Para nadie es un secreto que cuando el calor aprieta, nos vemos tentados a sumergirnos en una piscina, y salvo que se trata de una piscina propia, y que nos hayamos asegurado de la manera correcta de que nos existen hogos en ella, corremos el riesgo de contagiarnos de estos, ya que las molestias que provocan son molestas y bastante desagradables, no sólo a nivel del organismo, sino que son observables a la vista.
Incluso si se trata de nuestra propia piscina y, aunque hayamos sido cuidadosos, resulta que hay factores medioambientales que pueden provocar que los hongos se esparzan y proliferen en nuestras piscinas, por ello, tenemos que tomar todas las previsiones posibles para impedir que nos contagiemos con estos microorganismos y las, a veces, desesperantes e insoportables que provocan.