Cada día del año, el santoral católico recuerda a aquellos que se convirtieron en una inspiración para sus hermanos cristianos, y en la fecha que corresponde al día de hoy recordamos a dos santos y mártires que murieron por su fe, que son San Marcelino y San Pedro, dos nombres que son muy comunes en España, así que seguramente conoces a alguien con ese nombre, y hoy están celebrando su onomástico.
San Marcelino y San Pedro
Por supuesto que no nos estamos refiriendo al apóstol, sino a alguien que llevó también ese nombre, que por lo demás no era el verdadero apelativo del primer Papa, sino que en realidad se llamaba Simón y fue renombrado Pedro por Jesucristo. De acuerdo con los datos aportados por los registros que se conservan, San Marcelino era un sacerdote que ejercía su apostolado en la ciudad de Roma, mientras que Pedro era un reconocido exorcista. Pero ejercían sus actividades en los tiempos en que Dioclesiano era el emperador de Roma, así que, a pesar de los decretos de Constantino I, Dioclesiano, que era un enemigo acérrimo del cristianismo, se dedicó a perseguir, torturar, asesinar y martirizar a los practicantes de esta fe, incluso entre las filas de sus propios soldados.
Fue durante el gobierno de Dioclesiano que fueron martirizados Santa Eulalia de Mérida, Santa Eulalia de Barcelona, si, como lo ves, dos Eulalias, san Adrián, San Blas y muchos otros que hoy se encuentran recopilados en el Martiriólogo Romano. El caso es que San Marcelino y San Pedro fueron condenados a morir y mientras se encontrabas encarcelados, esperando su martirio, consiguieron que muchos de los cristianos que compartían el encarcelamiento con ellos y muchos no creyentes también se encontraban allí por distintos motivos, de convirtieran a la religión y recibieran instrucción sobre la catequesis. Lo que ocurrió a continuación es que quien tuvo que dar la orden para que fueran ejecutados, también dio la orden de que fueran enterrados en secreto en un bosque cercano, que recibía el nombre de la Selva Negra, que estaba lleno de zarzales, en donde San Marcelino y San Pedro fueron obligados a tener que cavar sus tumbas.
Finalmente murieron por degollamiento o por decapitación, ya que en esto no se han podido poner de acuerdo los estudiosos, siendo enterrados de modo que no pudiera saberse donde se encontraban sus cuerpos, y aunque se quiso mantener en secreto el lugar de entierro, se dice que el propio verdugo que llevó a cabo las ejecuciones posteriormente se convirtió en católico y reveló en qué lugar se encontraban sus sepulturas, desvelándose el secreto. Lo que ocurrió después es que dos devotas cristianas se dedicaron a desenterrarlos y trasladaron sus restos hasta la catacumba de san Tiburcio, ubicada en la vía romana Labicana, en donde se les dio una sepultura adecuada.
Según los registros que se tienen, recogidos de las tradiciones cristianas sobre estos dos mártires, sus restos fueron objeto de traslado en múltiples oportunidades, incluso llegaron a encontrarse muy cerca de Fráncfort, Alemania, y que fue en ese camino en el que se pudo tener constancia de que ocurrieron varios milagros durante su paso, aunque en la actualidad sus restos finalmente reposan en las catacumbas que reciben su mismo nombre, situadas en lo que hoy es la vía Casilina, que en la antigüedad formaba parte de la Labinaca, dentro del complejo arqueológico ‘Ad duas lauros’. Este nombre del complejo viene de que en el año 1765 el papa Clemente XIII creó la parroquia e Iglesia de San Pedro y Marcelino ad Duas Lauros.
Por supuesto, que el santoral de hoy, 02 de junio, se completa con los nombres de otros beatos, santos y mártires que son honrados por la Iglesia, entre los cuales están San Dictino, Santo Domingo Ninh, San Erasmo de Formia, San Eugenio I (papa), San Guido de Acqui, San Juan de Ortega, San Nicéforo de Constantinopla, San Nicolás de Trani, San Potino y Beato Sadoc.