La doctora Verónica Olmo Dorado, especialista en Medicina Familiar y Comunitaria en el Centro de Salud Torreblanca (Sevilla) y miembro del Grupo de Trabajo de Salud Mental de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN), ha lamentado que la saturación de la Atención Primaria impide hacer una buena labor de prevención diagnosticando la depresión precozmente.
«La falta de tiempo nos dificulta enormemente el abordaje de estos trastornos, porque lo más importante es el tiempo. Tenemos que hacer una escucha activa del paciente que no se nos permite con el tiempo que tenemos ahora mismo. Cada profesional se maneja como puede, busca los huecos para atender a los pacientes», ha explicado durante su ponencia en el XX Seminario Lundbeck ‘Depresión y género, en femenino y plural’, celebrado este viernes en Sitges (Barcelona).
De hecho, Olmo ha citado el estudio ‘Depresión, discapacidad y sus costes. Propuestas de mejora de asistencia en Atención Primaria’, publicado en 2018, que cifraba el infradiagnóstico de la depresión en AP en un 47 por ciento. «Es un porcentaje bastante alto», ha comentado.
La experta ha reivindicado la necesidad de realizar prevención, una de las características fundamentales de la Atención Primaria. «En nuestro trabajo es muy importante la prevención de recaídas, por ejemplo, pero a día de hoy no podemos hacerlo, no tenemos tiempo. Realmente la prevención es nuestro trabajo, pero no podemos. La prevención brilla por su ausencia porque no podemos realizarla», se ha resignado.
La prevención es uno de los pilares fundamentales de la Atención Primaria. En el caso concreto de la depresión, el abordaje preventivo se sustenta, entre otros aspectos, en «la detección precoz de los factores de riesgo de cada mujer, que difieren según la edad; el entorno social y laboral; el nivel económico; o la cultura de cada país.
Asimismo, la experta ha detallado otros factores: «La higienización de los estilos de vida (horarios y rutinas, dieta adecuada, ejercicio físico, mantenimiento de vínculos sociales y familiares); el fomento de métodos de autoayuda basados en técnicas cognitivo-conductuales, yoga, ‘mindfulness’, técnicas de relajación, de respiración, redes sociales de divulgación sobre salud mental llevada a cabo por profesionales; la incorporación a grupos psicoeducativos y terapéuticos; la potenciación de la red social; y la prevención de recaídas».
«HACEMOS LO QUE PODEMOS»
Como ejemplo de la saturación a la que están sometidos los profesionales en Atención Primaria, ha relatado su caso: «En nuestro equipo tenemos 46 pacientes en consulta más avisos domiciliarios programados, otros a demanda, y reuniones de equipo». «Hacemos lo que podemos», ha remachado al respecto.
La experta ha resaltado la importancia de diagnosticar la depresión desde Atención Primaria para mejorar su abordaje. «Los trastornos depresivos que no se detectan precozmente en este servicio sanitario tienen peor pronóstico. Es un ámbito idóneo para hacer un abordaje preventivo. Conocemos la mayoría de las veces el contexto familiar, laboral y social de los pacientes. Si somos los primeros en ver a un paciente depresivo y se nos escapa un gran porcentaje van a tener muchas consecuencias negativas. Podríamos prevenirlos», ha denunciado.
Como ha detallado esta profesional, en cualquier caso, «la mayoría de los casos de depresión en Atención Primaria son leves, un 71 por ciento». Los cuadros moderados constituyen el 22 por ciento. Ambos se asocian, mayoritariamente, con causas sociales más que con causas hereditarias o endógenas. Mientras tanto, el 7 por ciento de los casos son graves.
El perfil femenino mayoritario con depresión en este nivel asistencial se caracteriza por «la multiplicidad de roles (trabajadora, ama de casa, cuidadora, madre, pareja, hija, etc.), ser más frecuentadora, presentar somatizaciones frecuentes, tales como dolor muscular, de cabeza o estómago, mayor frecuencia de insomnio y ansiedad asociados».
La experta también ha llamado la atención sobre la excesiva «medicalización y psiquiatrización de la vida cotidiana». «Cada vez nos encontramos más pacientes que quieren solucionar problemas de su vida con una pastilla. Necesitamos herramientas y psicoeducar a la población para que los pacientes puedan manejar todos los problemas de su vida diaria», ha señalado.
¿CUÁNDO DERIVAR UNA DEPRESIÓN AL ESPECIALISTA?
La experta ha esgrimido que actualmente cuentan con unos siete minutos de media por paciente para identificar estos trastornos depresivos. «No deberíamos tener siete minutos, muchas veces a los siete es cuando nos enteramos de que hay un problema. Te ves atado de pies y manos sin poder hacer más», ha criticado.
Posteriormente, los profesionales realizan un seguimiento a las dos semanas, cuando valoran los efectos secundarios de la medicación, y posteriormente a las cuatro-seis semanas para «ver realmente si con esa dosis es suficiente, se tiene que ajustar o usar otro fármaco».
La derivación asistencial a la atención especializada se produce siguiendo criterios como la aparición de síntomas psicóticos, ideas de suicidio, episodio depresivo como parte de un trastorno bipolar, o una falta de respuesta ante un tratamiento adecuado.
«Pero para eso hace falta realizar un seguimiento a largo plazo para ver si lo estamos haciendo bien. La presión asistencial hace que se hagan derivaciones que no son adecuadas. Una Atención Primaria es un filtro para la especializada. Es gasto público que se está incrementando por no tener una buena Atención Primaria», ha concluido.