Le rendimos homenaje a San Agustín de Canterbury, quien ha sido reconocido como uno de los más importantes evangelizadores de toda la historia, junto a San Bonifacio y San Patricio, porque, si bien, a éstos últimos se les atribuye la evangelización de Alemania e Irlanda, al primero se le atribuye la misma labor en Inglaterra.
San Agustín de Canterbury
A pesar del apelativo por el cual es reconocido, San Agustín no era originario de Canterbury, inclusive es probable que no haya nacido en Inglaterra. De hecho, no se conoce de donde procedió, de lo que sí se tiene conocimiento es de que nació durante el siglo VI y que llegó a ejercer el cargo de hermano superior en el convento benedictino de Roma, hasta que un día el Papa Gregorio I, le encomendó la misión de ir a evangelizar las islas de Gran Bretaña, que estaban pobladas en aquella época por tribus paganas.
San Agustín de Canterbury, junto con los treinta y nueve monjes que lo acompañaron, fue recibido por el Rey Etelberto, como mensajeros de buena voluntad, y la labor desplegada por San Agustín de Canterbury fue tan fructífera y convincente, que no pasó mucho tiempo sin que Etelberto fuera bautizado como católico, y su pueblo siguió su ejemplo. Fue tan admirada la labor que hizo San Agustín de Canterbury en las tareas de la evangelización, que el rey le regaló uno de sus muchos palacios reales, para que pudieran fundar en él un monasterio, que serviría como de residencia para los monjes misioneros, y además les regaló un templo que se encontraba ubicado en las inmediaciones de Canterbury para las prácticas de la fe.
Hoy ese templo es, nada más y nada menos, que la catedral de mayor importancia en toda Inglaterra, la Catedral de Canterbury, siendo una de las más espectaculares y antiguas de Inglaterra, cuya edificación ha sido nombrada como Patrimonio Histórico de la Humanidad en 1988 por la UNESCO, y que se convirtió luego en el centro más importante de la religión Anglicana fundada por Enrique VIII de Inglaterra. Probablemente por eso se le agregó a San Agustín el apelativo de Canterbury, por haber fundado el primer centro importante de la cristiandad inglesa en esa ciudad. Claro que, inicialmente, la advocación de la edificación estaba afiliado a la Santa Iglesia de Roma, pero la historia quiso que ocurriera la escisión provocada por la negativa del Papa de Roma, a conceder la anulación del matrimonio del Rey Enrique VIII de Inglaterra, para que se pudiera casar con Ana Bolena, de modo que Enrique VIII decidió fundar una rama nueva de la religión de Cristo, la Iglesia Anglicana, de la cual también era la máxima autoridad.
Debemos recordar que de la segunda unión de Enrique VIII nació la reina Isabel I, una de las más grandiosas reinas que ha tenido ese país, y que tuvo que enfrentar los problemas causados por la división entre protestantes y católicos, no sólo en su propio país, sino los ataques de otras potencias, como el de Felipe II, con su armada invencible, que sucumbió ante el mal clima del Canal de la Mancha.
Además de a San Agustín de Canterbury, el 27 de mayo se honra a otras grandes figuras del santoral católico, que fueron muy importantes para el crecimiento de la fe en la Iglesia, entre los que podemos mencionar San Atanasio Bazzekuketta, San Bruno de Wurzburgo, San Eutropio de Orange, San Gausberto, San Gonzaga Gonza, San Julio de Dorostoro, San Ranulfo de Arras y San Restituto mártir.