Hoy, recordamos la vida y la obra de un predicador y misionero franciscano cuya actividad se convirtió en un pilar importante para la evangelización y la difusión de la ideas de San Francisco de Asís, predicando con el ejemplo.
San Bernardino de Siena
Fue un predicador y misionero franciscano italiano que nació el 08 de septiembre del año 1380, proveniente de una familia de la nobleza de la población Albizeschi, en la región de la Toscana, falleciendo el 20 de mayo del año 1444, y por eso le rendimos homenaje en este día. Era el hijo del gobernador o bailío de esa población de Siena. A la edad de tres años su madre falleció y cuando cumplió seis años murió su padre, de modo que tuvo que crecer con casa de una tía. Luego de haber completado su educación básica, tomó un trabajo como cuidador de los enfermos en el hospital de la ciudad en la que vivía. Estando en Siena, pudo estudiar Derecho Civil y Derecho Canónico. En ese tiempo, tuvo su aparición la peste negra, alrededor del año 1400, por lo que tuvo que trabajar en el hospital de Santa María della Scala, animando a otros a llevar a cabo esa labor. Su biografía cuenta que producto de esa actividad se contagió de la enfermedad pero pudo sobrevivirla, aunque de acuerdo con otras fuentes consultadas, lo que en realidad llamó la atención, que según cuentan fue lo que sucedió en realidad, es que a pesar de cuidar a los enfermos de la peste, nunca enfermó.
Su labor de predicador la desplegó en el lapso de treinta años, recorriendo Italia, convirtiéndose en una figura bastante relevante para el renacimiento de la fe y de la religiosidad a comienzos del siglo XV, y se cuenta que a sus sermones asistían una gran cantidad de cristianos, ya que las palabras que empleaba en sus discursos causaban exaltación y furor entre los oyentes.
En varias oportunidades se le ofreció a San Bernardino de Siena el cargo de Obispo en muchos lugares, incluyendo la ciudad de Siena, pero las declinó todas. El cargo que sí aceptó fue el de ser el vicario general de los hermanos franciscanos observantes de la regla en Italia y luego, tuvo la oportunidad de ponerse en la posición más elevada de esta orden, pero lamentablemente esa responsabilidad la ejerció por poco tiempo, ya que el propio San Bernardino de Siena le solicitó al Papa que lo relevara de ese puesto, ya que su verdadera vocación era la predicación. Incluso en el año de su muerte, en 1444, tomó el camino que lo conduciría a Nápoles, con la finalidad de llevar a cabo su sueño de poder dar sus sermones en todo el territorio italiano, porque el único sitio de Italia en el que todavía no había podido predicar era precisamente Nápoles.
Además de a San Bernardino de Siena, el 20 de mayo el Santoral Romano recuerda a otras figuras que fueron especialmente relevantes en la difusión de la fe, entre los que mencionamos a San Anastasio de Brescia, Santa Áurea mártir, San Austregisilo, San Baudilio Nimes, San Hilario de Toulouse, Santa Lidia de Tiatira, San Lucífero de Cagliari, San Protasio Chong Kub-bo, San Talaleo, San Teodoro de Pavía, Beato Arcángel Tadini, Beata Columba de Perugia y Beato Guido de Gherardesca.