Llevar a cabo una ceremonia de despedida suele ser un paso importante en el proceso de duelo de toda persona que experimenta la pérdida de un ser querido, ya que es una forma de honrar la vida que tuvo el fallecido y decir adiós simbólicamente mientras transcurren las difíciles etapas que acompañan este tipo de situaciones, como la negación y la ira.
Desde el equipo de Interfunerarias destacan que, si bien existe un modelo o esquema con cinco etapas del duelo, cada persona lo vive de un modo diferente, lo que tiene que ver con su personalidad, su cultura y también con las circunstancias en las que se ha producido la pérdida. Además, también remarcan que las fases no son lineales, estas no tienen por qué sucederse una detrás de otras en orden, ni duran lo mismo para cada persona.
Las fases de un proceso de duelo
La pérdida de un ser querido es una situación difícil de superar, pero a medida que pasa el tiempo y mientras la persona se dé el tiempo de vivir cada una de las emociones, es posible que el proceso sea más llevadero. Durante este tiempo, se suelen experimentar diferentes estados de ánimo, casi de forma simultánea, afectando al equilibrio emocional que conlleva a experimentar el proceso conocido como duelo.
Las diversas etapas que forman parte de este momento de inmenso dolor suelen pasar por la negación, cuando la persona no encuentra posible aceptar la pérdida del ser amado; la ira, debido al cambio irreparable que representa la muerte; y la negociación, cuando comienzan a surgir las dudas sobre qué habría podido ocurrir en caso de que las cosas hubieran sido diferentes.
El proceso de duelo suele continuar con la etapa de depresión al tomar conciencia de que la persona fallecida ya no estará, y finalmente la aceptación, donde se asume la realidad de lo ocurrido y se entiende que hay que seguir adelante sin el ser querido que ha perdido la vida.
La importancia de una ceremonia de despedida
Dependiendo de las condiciones en las que se produce la muerte, pueden existir diversas razones por las que para algunas familias se hace imposible realizar una ceremonia de despedida a un ser querido, bien sea porque murió cuando se encontraba fuera del país, o porque el tipo de muerte no permite que el fallecido sea velado. Cuando así ocurre, el proceso de duelo de los allegados suele ser más doloroso, al no poder darle un último adiós.
Es en casos como estos cuando se denota aún más el valor y la relevancia de una ceremonia de despedida, como una última oportunidad para aceptar lo ocurrido, así como honrar y recordar todas las experiencias vividas con la persona que se ha ido.