Lo que se dice de Santa Claudia es que fue una virgen que falleció mártir luego de que el gobernador la obligara a vender su cuerpo como una meretriz, en castigo por sus creencias religiosas.
Santa Claudia
Fue declarada virgen y mártir por la Iglesia Católica, aunque, como ocurre con muchos mártires que murieron por la fe, no se conocen muchos detalles relativos a su vida, de hecho, en el caso de Santa Claudia no se conoce prácticamente nada salvo su triste final en Ancira, que era una antigua zona de Asia menor, que hoy forma parte de Turquía. Por causa de su fe, Santa Claudia, junto con otras vírgenes mártires, fue arrojada a lo profundo de un lago, habiéndole sido colocadas pesadas piedras alrededor del cuello, después de haber sido obligadas a prostituirse.
Al primero de enero del año 2018, de acuerdo con las cifras que maneja el Instituto Nacional de Estadística, en España hay más de 80.000 personas que han sido bautizadas con ese nombre, que además tiene un origen relacionado con la Roma Antigua, gracias a un grupo de familias que habitaron esa ciudad durante el período de la República, llegando a convertirse en los patricios, esto es, las familias de mayor importancia de su época, llegando a ser denominados los claudios, que gracias a la historia ha llegado a ser un nombre con el que se simboliza una época dorada de la existencia de Roma, cuyas tradiciones han trascendido hasta nuestros días.
Como hemos dicho antes, de Santa Claudia no se conservan actas o registros, aunque lo que se ha podido saber es que fueron apresadas varias vírgenes en el año 300, por orden del emperador Maximiano, en el caso concreto de Claudia, por haber declarado su amor a Jesús, y fue apresada junto con Teodosia, Eufemia, Julita, Matrona, Eufrasia, Alejandra, Defurta y una hermana de ésta última cuyo nombre se desconoce.
Estas mujeres se presentaron ante el nuevo prefecto enviado por Maximiano, quien ya tenía fama de ser muy cruel con los cristianos, y lo hicieron para hacerle saber de su devoción por el cristianismo. Por esa razón, el nuevo gobernador las obligó de forma pública a adorar al emperador, tal como lo mandaba la ley romana, pero ellas se negaron por sus creencias en Cristo, de modo que todas fueron obligadas a ser humilladas públicamente, siendo desnudadas en frente de una multitud en la plaza. Fueron golpeadas con varas, les fueron cortaron los senos y les desgarraron los costados con peines de hierro. Al final, como las autoridades no pudieron hacer que ellas cometieran apostasía de su fe, se las colgó con la cabeza hacia abajo, para luego ser quemadas a fuego lento, aunque en alguna iconografía aparecen junto o dentro de un horno, para finalmente ser arrojadas al lago.
No se tienen datos de quienes fueron estas mujeres, ni qué edad tenían, así como tampoco de dónde procedían. Según algunos datos encontrados, estaban en la población de Amisus para confortar a los cristianos que estaban siendo perseguidos. En el Sinaxario Griego de los jesuitas de París, que fue editado en el siglo XVI, aparecen a 18 de marzo, y a 19 del mismo mes en el menologio del cardenal Sirleto, igualmente del XVI. En algunos códices, como el Mazzarino, faltan los nombres de Eufrasia y Matrona. Y en otras versiones, cambian Matrona por Patrona.
Menos claro está si son las mismas mujeres que aparecen mencionadas junto a San Teodoto a 18 de mayo, aunque aquí el martirio es diferente, pues perecen ahogadas y no por medio del fuego.
Además de Santa Claudia, el 18 de mayo la Iglesia Católica celebra la vida y las obras de otros santos y beatos que fueron importantes para el cristianismo, entre los que se encuentran San Dióscoro de Alejandría, San Erico IX, San Félix de Cantalicio, San Félix de Spalato, San Juan I papa, San Potamón y compañeros, Beata Blandina Merten, Beato Burcardo de Beinwil y Beato Guillermo de Toulouse