Hace años, la tradición imponía que los niños fueran bautizados con el nombre de alguno de los santos que tenían su onomástico en el día de su nacimiento, y cada día del año se celebra el santoral de algún santo mártir que siguió los preceptos de Jesucristo hace muchos siglos, o los que se convirtieron en santos por sus especiales disposiciones practicar las virtudes de la fe, incluso en años recientes, incluyendo a muchos miembros de las jerarquías eclesiásticas, como es el caso de los tres santos que veneramos hoy.
San Prudencio de Tarazona
Se trata de un obispo nacido durante la Edad Media, en la población de Armentia, que a día de hoy fue absorbida por la ciudad de Vitoria. Su breviario cuenta que cuando San Prudencio de Tarazona, cuando cumplió la edad de 15 años, decidió retirarse a la zona rural de lo que hoy se conoce como Soria, pasando allí 7 años, después de los cuales siguió ruta hasta Calahorra, dedicándose a evangelizar a una gran porción de la población y a curar a los enfermos.
Cuando comenzó a adquirir fama, decidió alejarse de ella, dirigiéndose esta vez hacia Tarazona, donde tiempo después fue admitido para ejercer como clérigo, demostrando tales dotes que poco después se le propuso para que fuera el líder de la diócesis.
San Luís María Grignon de Montfort
En este caso, nos referimos a un presbítero que se dedicó a evangelizar las zonas occidentales de Francia durante el siglo XVII, aportando su trabajo escrito en obras tales como ‘El Tratado de la Verdadera Devoción a la Santísima Virgen’, ‘El Secreto de la Virgen’ y ‘El Secreto del Rosario’, llegando a ser beatificado por el papa León XIII en el año 1888, y luego canonizado el 20 de julio de 1947 por el papa Pío XII, quien expresó que las obras de San Luís María Grignon de Montfort eran una ‘enseñanza ardiente, sólida y auténtica’ de la expresión de la devoción por la sagrada Madre de Jesús.
San Pedro de Chanel
El tercero de los celebrados hoy, fue también un presbítero cuya labor de vida fue la de atender a los niños y a los campesinos. Se cuenta que nació en Cuet, Francia, en el año 1803, ordenándose como sacerdote a temprana edad, ingresando posteriormente a la Compañía de María, gracias a lo cual logró viajar como misionero a Oceanía. Formó un grupo de compañeros y a pesar de múltiples dificultades, consiguieron llevar la evangelización a una gran proporción de aquel continente. En su andadura, logró llegar a la isla de Futuna, que hoy forma parte de la Colectividad de Islas Francesas de Wallis y Futuna, logrando convertir a algunos de los moradores de la isla, entre los que estuvo un príncipe, cuyo padre, el Rey de la Isla en un arrebato de furia ordenó que fuera asesinado por ese hecho, de modo que Pedro de Chanel se convirtió en el primer mártir católico de Oceanía.
Pero el 28 de abril también se recuerda a otros beatos y santos que fueron un ejemplo para la congregación de la iglesia católica, entre los que podemos mencionar a San Agapio de Cirta, San Caralipo mártir, Santa Juana Beretta Molla, San Pánfilo de Corfinio, San Polión mártir, San Afrodisio de Béziers, Beato José Cebula, Beato Luquesio, Beata María Luisa de Jesús Trichet y San Vidal de Rávena.