Escondido en el Pirineo catalán existe un precioso pueblo que enamoró al mismísimo Gaudí y que el paso del tiempo no ha hecho más que aumentar su belleza. Se trata de una auténtica obra de arte que a ti también te va a cautivar sin ningún género de dudas.
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Una de las costumbres más arraigadas y populares de este pueblo catalán es su festividad conocida como la Danza de Falgars que se celebra después de Semana Santa. Desde hace más de medio siglo se tiene constancia de esta celebración en la que las herederas y doncellas se presentan a los solteros.
Durante tu visita a este destino, no puedes dejar de subir al tren del Ciment. Se trata de una pequeña línea de ferrocarril de unos once kilómetros que se encargaba de unir una fábrica antigua de cemento hasta el lugar de abastecimiento. En la actualidad es una atracción turística que recorre todo el pueblo y que llega hasta los jardines de Gaudí.
Muy cerca del ayuntamiento del pueblo se encuentra El Verger, el lugar perfecto si lo que estás buscando es un buen homenaje gastronómico después de haber paseado por todo este destino. No te va a faltar una buena alcachofa, una excelente butifarra o un riquísimo bacalao a la miel. Como colofón un vino de la tierra y unos postres totalmente caseros. Desde luego, no se puede pedir más.