Tradicionalmente, el Martiriólogo Romano ha sido confeccionado para conmemorar el fallecimiento de los santos mártires que dieron su vida por su fe, aunque también se recuerda a aquellos santos que fallecieron por causas naturales y que fueron un ejemplo de virtud y de fe, y en el día de hoy recordamos a San José Himnógrafo, quien fue en vida un monje greco-bizantino, quien fue conocido como la dulce voz del pájaro de la iglesia.
San José Himnógrafo
Se dice que nació en el año 816, en la isla de Sicilia, y que a los quince años de edad se decidió por ingresar a la vida monástica, llegando a ser ordenado como presbítero. Dedicó su mayor actividad a luchar en contra de los iconoclastas, por causa de lo cual fue desterrado a Táurica, hasta que falleció el emperador Teófilo.
Fecundo escritor, se dice que a su pluma se deben aproximadamente mil cánones poéticos, así como varios himnos de carácter religioso, y es reconocido como santo por varias confesiones del cristianismo, no solamente por la Iglesia Católica. Sus padres fueron Plocino y Ágata, quienes fueron reconocidos como un matrimonio de cierta posición social, y fueron muy piadosos.
Por causa de las constantes incursiones de los musulmanes en Sicilia, toda la familia tuvo que emigrar hacia el Peloponeso y fue allí, aproximadamente en el año 831, cuando decidió hacer vida monástica, viajando desde Laromus hacia Tesalónica, siendo reconocido entre los monjes por su profunda devoción y por llevar una vida ascética. Luego de haber sido ordenado como presbítero, tuvo la oportunidad de acompañar a Gregorio de la Decápolis hacia Constantinopla, lugar en el que se convirtió en uno de los jefes reconocidos del partido ortodoxo de la Iglesia, que luchaba en contra del emperador León I, quien era lo que se conocía en aquellos tiempos como un iconoclasta, lucha que había comenzado en el año 814.
Luego de haber tenido cierto éxito en Constantinopla, Gregorio envió a San José Himnógrafo a la ciudad de Roma, para que solicitara la ayuda del Papa, en los conflictos con los iconoclastas, pero en un giro cruel del destino, fue apresado por piratas y posteriormente vendido como esclavo, siendo encerrado por los iconoclastas que lo compraron. Permaneció en una prisión por espacio de seis años, hasta que falleció León I, y según la biografía que ha podido recogerse de su vida, milagrosamente pudo ser liberado por San Nicolás de Mira, quien lo devolvió a Constantinopla, pero lamentablemente su mentor y amigo Gregorio ya había fallecido, y en ese momento quien dirigía a la facción de los ortodoxos era Juan.
Cuando también Juan falleció, San José Himnógrafo logró que los cuerpos de Juan y de Gregorio se trasladaran a la Iglesia de San Juan Crisóstomo, lugar en el que posteriormente se erigió un monasterio, gracias a que pudo atraer a muchos religiosos por causa de su gran elocuencia.
Debido a que fue fiel al culto por las imágenes, sufrió el destierro a Táurica, ordenado probablemente por el emperador Teófilo, pero a su muerte, San José Himnógrafo fue llamado por la viuda de éste, la emperatriz Teodora y con el favor obtenido del patriarca Ignacio II de Constantinopla, llegó a ostentar el cargo de sceuophylax, que significa para los ortodoxos el portador de los objetos sagrados de la gran iglesia de la capital de Constantinopla y fue aceptado como tal tanto por Ignacio como por su rival Focio, llegando a vivir una vida muy larga, hasta su fallecimiento en el año 883.
El 03 de abril recordamos también a otros santos y beatos que se convirtieron en ejemplo para las congregaciones de fieles en toda Europa, entre los que podemos mencionar a San Ricardo de Wich, San Cresto de Tomis, San Juan de Nápoles, San Luis Scrosoppi, San Nicetas de Medicio, San Papo de Tomis, San Sixto I, San Ulpiano de Tiro, Beato Ezequiel Huerta Gutiérrez, Beato Gandulfo de Binasco Sacchi, Beato Juan de Penna de San Giovanni, Beato Juan de Pina, Beato Pedro Eduardo Dankowski, Beato Roberto Middleton, Beato Salvador Huerta Gutiérrez, Beato Turstano Hunt y Beata María Teresa Casini.