La Fundación Madrina ha pedido solucionar el «limbo jurídico» de los menores ucranianos y ha afirmado que España «está verde en protocolos», después de que los 87 niños rescatados por la Fundación, procedentes de un orfanato de Leópolis, ya estén a salvo en un céntrico hotel de Madrid, mientras se confirman sus destinos definitivos.
Desde la Fundación han pedido coordinación y colaboración entre Gobierno y comunidades autónomas. En declaraciones, el presidente de Fundación Madrina, Conrado Giménez, ha señalado que después de «jugarse la vida», están encontrando «más dificultades» de gestión en España.
«Las comunidades autónomas no quieren implicarse. Seguramente por competencias no saben cómo actuar y son las que ponen más dificultades», ha lamentado.
El objetivo es que los niños lleguen «a destino seguro» y puedan volver a «ser escolarizados». Para ello, según ha relatado Giménez, todos los niños han sido registrados en el consulado, aunque existe un «vacío legal» que impide una eficiente gestión de estos menores, tanto a nivel educativo como sanitario. «Estamos muy verdes en protocolos en España y en cuanto a competencias entre comunidades y el Estado, se deben poner de acuerdo», ha señalado.
Por el momento, los niños se encuentran bien atendidos por voluntarios y responsables de la Fundación Madrina junto con los profesores y tutores de los menores, quienes han desarrollado una serie de actividades de ocio y tiempo libre para tenerles entretenidos. Entre ellas se encuentra, según ha explicado Borja Rosales, voluntario de la fundación y coordinador de estos refugiados en Madrid, una visita al Wanda Metropolitano, ya que «hay muchos futbolistas» entre los niños y están «encantados». «Todos estamos muy involucrados», ha destacado.
La residencia de estos 87 niños se trasladará este viernes a un colegio «perfectamente preparado para su estancia en España y hasta que lo necesiten», según ha relatado Rosales. Mientras tanto, desde Fundación Madrina y sus voluntarios han destacado el cambio «evidente» entre los menores, que aunque han sido los «más vulnerables» dentro de la guerra, ahora están «felices y tranquilos».