El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, en cuenta atrás para presentar su dimisión al frente del Ejecutivo autonómico una vez que sea elegido líder del PP en el congreso de Sevilla que concluye el sábado, ha evitado este jueves concretar cómo plantea su relevo –que tiene dos vertientes, la institucional y la orgánica–, pero sí ha lanzado un mensaje: «La política no es señalar por decreto a un sucesor».
Así lo ha manifestado en la rueda de prensa posterior al Consello de la Xunta, donde ha completado esta afirmación (en la que da a entender que en sus intenciones no estaría protagonizar un ‘dedazo’, sino que cualquier paso deberá contar con el aval de sus compañeros) con un repaso a la normativa autonómica, que determina que el relevo debe ser ratificado en el Parlamento.
En cuanto al partido, que tendrá que buscar su propio camino, no ha concretado ni tiempos ni fórmula para el relevo y ha dejado abiertas todas las puertas que contemplan los Estatutos. Pero también ha lanzado la idea de que él no es ya la persona adecuada para decidirlo, al menos en exclusiva.
«Yo no soy presidente del PPdeG. A mí no me corresponde trasladarlo», ha alegado Feijóo, cuya renuncia se hará efectiva este viernes. Y ha argumentado que no estaría «bien visto» e incluso sería «poco alabado» por los medios de comunicación que «empezase a tomar decisiones» de este calado «en el último tiempo» al frente de la formación gallega.
Más allá de este mensaje, en la rueda de prensa posterior al Consello de la Xunta, ha evitado cualquier concreción de ninguno de los procesos, limitándose a insistir en los tiempos que se ha marcado para dejar la Presidencia del Gobierno gallego. Planea hacerlo pronto, no compaginará este cargo y el liderazgo del PP nacional más que «unas semanas».
Así, sin concretar la semana, ha reiterado que la activación de su relevo en la Xunta empezará de forma casi inmediata una vez que sea elegido líder del PP.
NUEVO PRESIDENTE EN BREVE
Esta activación conlleva su dimisión y, con independencia de la fecha concreta en la que se produzca, que será en abril en todo caso –según sus propias palabras–, apunta a que los gallegos podrán tener en mayo un nuevo presidente, una vez superados los trámites preceptivos, que se extenderían «unas semanas».
Feijóo no ha querido anticipar el foro elegido, preguntado acerca de cómo y dónde canalizará su decisión de abandonar la Xunta. De hecho, ha asegurado que podría hacerlo tanto desde el propio Gobierno como «en una tribuna del Parlamento» e incluso «de medios de comunicación».
«Meditaré el foro adecuado», ha dicho, para añadir que lleva «toda la vida tomando decisiones» y comunicándolas «cuando están maduras» pero no antes ni en una rueda de prensa «improvisada», puesto que considera que «las formas son las garantías de las cosas».
LOS PLAZOS APUNTAN A MAYO PARA EL CERRAR EL PROCESO INSTITUCIONAL
La dimisión de Feijóo, cuando se produzca, será un hito histórico en la Comunidad, ya que se convertirá en el primer presidente autonómico que deja el poder por voluntad propia –todos sus antecesores se fueron tras perder unas elecciones a excepción de Gerardo Fernández Albor, expulsado por una moción de censura–. El Estatuto prevé el escenario.
En cuanto dimita, con él cesarán los miembros de su Ejecutivo, aunque seguirán en funciones hasta la toma de posesión del nuevo Gobierno. El sucesor tiene que ser diputado.
En el Legislativo, el presidente de la Cámara, en este caso Miguel Santalices, tendrá que llamar a consultas a los tres grupos (PPdeG, PSdeG y BNG). Solo el PPdeG tiene una amplia mayoría absoluta que le permite presentar una propuesta con éxito.
Y culminada la ronda, Santalices tendrá que formular la propuesta y en un plazo máximo de 30 días tras el cese debe ratificarse la sucesión (aunque este es el máximo, los plazos podrían acortarse significativamente). El proceso institucional se cerrará con un debate de investidura del nuevo presidente y la designación de su equipo.
SIN CONFIRMAR NOMBRES
Feijóo ha tirado de su máxima de la «previsibilidad» ante las preguntas de los periodistas y ha rechazado confirmar nombre alguno pese a ser preguntado específicamente sobre si le sucederá su vicepresidente primero, Alfonso Rueda, el mejor situado en las quinielas.
Es más, el presidente provincial del PP en Ourense, Manuel Baltar, primer dirigente destacado del PP gallego en pronunciarse, admitió públicamente que Rueda sería el relevo lógico, aunque lo ciñó al contexto más inmediato y defendió un congreso para elegir candidato popular de 2024.
Todas las quinielas sitúan a Rueda en el puesto de salida para suceder al presidente gallego, pero el único requisito legal imprescindible es que el próximo jefe del Ejecutivo autonómico tenga un acta en la Cámara autonómica. Francisco Conde, vicepresidente segundo y responsable de Economía, también es diputado; como lo son otros dirigentes destacados de la formación, como el presidente del PP provincial de A Coruña, Diego Calvo.
TODAS LAS FÓRMULAS ESTATUTARIAS, ABIERTAS PARA EL PARTIDO
Desde el atril de la Xunta, Feijóo ha tenido que enfrentar este jueves otras dos preguntas, cuya respuesta ha dejado en el aire: si su sucesor en la Xunta será también el presidente del partido, lo habitual en un partido presidencialista como el PPdeG –que dirigirá el secretario general, Miguel Tellado, de forma temporal–, y si debe haber un congreso extraordinario en Galicia.
«Los estatutos fijan varias fórmulas y seguiremos cumpliendo los estatutos», se ha limitado a manifestar. Sobre la mesa estaría la opción de validar un nuevo presidente a través del Comité Ejecutivo, plenamente vigente, ya que fue elegido el pasado verano. Pero también la convocatoria de un congreso extraordinario. La vía de la gestora parece, a priori, la más difícil de encajar con el mensaje de la «estabilidad».
En el partido hay distintas sensibilidades al respecto de cuál sería la fórmula más adecuada, aunque empieza a despuntar la idea de que solo un congreso daría pie a un liderazgo «fuerte» y «no cuestionado» tanto dentro como fuera de la formación. Baltar fue el primero en verbalizar la necesidad de un congreso de forma pública, pero otras fuentes comparten esta visión.
En cuanto a los tiempos, hay disparidad de opiniones, ya que el calendario electoral es determinante –están fijadas las municipales del año próximo y nunca ha dejado de sobrevolar la idea de un adelanto de las generales–.
En este escenario, se plantean dos opciones: un cónclave gallego casi inmediato e incluso antes de verano o uno posterior a las municipales, aunque esperar tanto podría lastrar la promoción, según algunos dirigentes, las opciones de quién pugne, ya con Feijóo fuera de la política autonómica, por revalidar la Xunta en 2024.