El arzobispo mayor de la Iglesia greco-católica ucraniana, Sviatoslav Shevchuk, ha denunciado que existe un grupo de infiltrados de Rusia que estaba preparando un asalto a la catedral de Kiev con el objetivo de asesinarlo.
«Todos nosotros estábamos en una lista negra de personas que deben ser eliminadas. Había gente infiltrada, un grupo que preparaba un asalto a la catedral de Kiev. Tenían nombres, apellidos, direcciones», ha denunciado en una conferencia telemática organizada por el Pontificio Instituto Oriental.
Shevchuk ha lamentado que en esas listas, que estarían en manos de grupos de espías a las órdenes del presidente ruso, Vladimir Putin, «hay otras autoridades y representantes de credos que no son bienvenidos» por las autoridades del Kremlin.
El arzobispo mayor de Kiev, donde vive desde hace 10 años, ha asegurado que «nadie está preparado para la guerra, excepto el criminal que la planea y luego la lleva a cabo». «Ninguno de nosotros podría imaginar que esto podría suceder. Pero esta invasión fue bien planificada», ha manifestado al explicar el avance de las tropas rusas en la guerra. «Si hoy les hablo desde Kiev, es un milagro», ha asegurado.
La Iglesia greco-católica de Ucrania es una de las 24 iglesias sui iuris que componen la Iglesia Católica, es decir, que reconocen su autoridad y, por ende, la del Papa. Es de rito bizantino y se trata, además, de la iglesia católica oriental más numerosa.
Shevchuk ha pedido «perdón por las lágrimas» pero ha asegurado ser «un predicador de la esperanza». En su alocución, ha relatado cómo las tropas rusas se lucran con los que tratan de escapar de las ciudades asediadas. «Los atacantes han comenzado a pedir dinero ante la tragedia. Para salir de la ciudad de Mariupol piden 1.000 dólares para un coche. Si tienes el dinero preparado, la gente puede salir sin necesidad de pasar por los corredores humanitarios», ha descrito.
Según ha señalado, la ciudad de Mariupol era «el motor económico de Ucrania». Del mismo modo, ha lamentado la situación en la ciudad de Jarkov, a solo 40 kilómetros de distancia de la frontera con Rusia. «Es una ciudad fantasma, pero todavía resiste a la ofensiva rusa», ha asegurado.
50% DE LA POBLACIÓN DESPLAZADA
Por su parte, el embajador de Ucrania ante la Santa Sede, Andriy Yurash, ha dado cuenta del papel que está desempeñando las iglesias cristianas en la asistencia a la población desplazada y en la coordinación de la distribución de ayuda humanitaria a las ciudades más golpeadas por las tropas rusas.
«Se trata de una misión humanitaria que se estructura en diferentes niveles. Por ejemplo, las parroquias que mantienen sus puertas abiertas 24 horas para acoger a los desplazados que han sido arrancados de sus casas», ha asegurado el diplomático. Según sus cálculos, el 50% de la población ucraniana ha abandonado su casa. «Algunos han salido al extranjero, pero otros han dejado sus casas y han viajado hacia el oeste del país. Allí son muchas las instituciones religiosas que les dan asistencia», ha remarcado.