Se trata de un monje que logró a ser Obispo de Siracusa en Sicilia, llegando a convertirse después en el cuadragésimo primer Papa de la Iglesia Católica, aunque su permanencia en el cargo fue breve, ya que sólo duró un período comprendido entre los años 417 y 418.
San Zósimo
Fue nombrado Papa un 18 de marzo de 417, según los escritos que se mantienen guardados en los archivos vaticanos, y aunque mantuvo el cargo por muy poco tiempo, durante su mandato se produjeron dos hechos trascendentes, el primero de ellos fue el nombramiento de Patroclo como el Obispo metropolitano de la zona de Arlés, llevándole la contraria a lo que opinaban todos los demás Obispos de esa zona; y el segundo fue absolver de la condena a los herejes Pelagio y Celestino, quienes apelaron a él buscando la compasión y el perdón del Santo Padre, a pesar del contenido de su ideología y quienes habían sido condenados por dos concilios eclesiásticos.
Aunque parezca extraño, San Zósimo no era monje ni había ingresado en la carrera eclesiástica cuando fue nombrado para el cargo de abad en Siracusa. Lo que ocurrió es que durante tres décadas, el abad de Santa Lucía había sido olvidado y cuando éste falleció, le correspondió al Obispo de Siracusa de aquel momento la responsabilidad de nombrar a un nuevo abad, decidiéndose el Obispo por nombrar como abad a un hombre piadoso que vivía en esa localidad, de modo que San Zósimo fue ordenado como sacerdote después de haber sido designado abad de Santa Lucía.
Lo que ha podido saberse de la vida de San Zósimo es que en vida fue un hombre que se caracterizaba por ser muy complaciente, y se sabe que fue uno de los santos canonizados por la Iglesia Católica gracias a que fue inscrito en un proceso para ello por Ado de Viena, de quien se cuenta que en una peregrinación que hizo a Roma, se detuvo en la ciudad de Rávena y encontró un Martiriólogo Romano, que fue el que empleó para editar el suyo propio en el año 858, donde pudo incluir muchos nombres sin haber hecho una investigación ni una mayor reflexión o estudio, limitándose a incluir todos los nombres que aparecieron en ese libro, entre los que estaba incluido el de San Zósimo.
Con esto no queremos decir que San Zósimo no se mereciera ser ascendido a los altares, pero son muy pocos los datos que se conocen de su vida, aunque se dice que nació en Calabria, en la población de Mesoraca, y que su origen era griego y falleció un 26 de diciembre de 418, siendo enterrado en la Iglesia de san Lorenzo en Roma, y algunas cuestiones de gran relevancia tuvo que haber hecho para ser convertido en Papa.
Pero hoy, 30 de marzo no solo se recuerda a San Zósimo, sino que también es el día en que la Iglesia Católica recuerda a otros hombres y mujeres que por sus obras y por si vida se convirtieron en verdaderos ejemplos para sus hermanos, pudiendo nombrar entre ellos a San Clino, San Domnino, San Juan Clímaco, San Julio Álvarez, San Leonardo Murialdo, Santa Osburga, San Régulo de Senlis, San Segundo de Asti y Beato Luis de Casáurea (Arcángel) Palmentieri.