El historiador François Kersaudy, quien ha publicado la historia del ‘otro Schindler’ en el libro ‘El médico de Himmler’ (Taurus), considera «probable» que el dirigente ruso Vladimir Putin tenga «el mismo final» que el líder nazi Adolf Hitler, derrotado por las fuerzas aliadas en la II Guerra Mundial.
«No me parece que vayamos camino de una III Guerra Mundial, hay que ser optimistas, aunque con un loco al frente nunca se sabe. Lo que sí veo probable es que Putin acabe del mismo modo en que terminó Hitler», ha señalado en una entrevista con el especialista en historia diplomática y militar.
En cualquier caso, Kersaudy sí ve más «puntos en común» tanto entre los dos dirigentes como en la situación convulsa política que terminó por llevar a un conflicto armado a mediados del siglo XX. «Hitler era un líder aislado y temido por sus dirigentes, igual que le ocurre a Putin», ha señalado, tras calificar al presidente ruso de «loco».
«Pero también hay un punto en común entre esa situación y la actual, y es el miedo de los países occidentales, que tanto antes como ahora se sienten muy débiles. En el 39 lo que se temía eran los destrozos de los ataques aéreos y, ahora, lo que se teme es al armamento nuclear», ha añadido.
UN ‘BUDA MÁGICO’
En ‘El médico de Himmler’ se recupera la historia de Felix Kersten, un fisioterapeuta a quien el alto cargo nazi consideraba su ‘Buda mágico’ y que consiguió la liberación de miles de prisioneros en la II Guerra Mundial gracias a su influencia sobre el dirigente. Himmler le firmaba papeles de salvación a cambio de sesiones para acabar con sus «terribles dolores de estómago».
Kersaudy pensó incluso en llamar a su historia ‘La lista de Kersten’, en clara relación con uno de los hechos heroicos de la II Guerra Mundial llevado a cabo por Oskar Schindler y que fue llevado al cine por Steven Spielberg. Lo llamativo es que Kersten, todavía desconocido para el gran público, salvó a unos 60.000 judíos de una muerte segura, una cifra más elevada que la que se sabe de Schindler.
«Kersten tuvo un reconocimiento, pero muy tardío (recibió la Legión de Honor francesa en 1960, meses antes de morir) y contó con enemigos que intentaron suplantarle, además de pasar por varias investigaciones para convalidar sus hechos». Por ejemplo, no recibió la condecoración del pueblo judío de ‘Justo entre las naciones’ –que se otorga a quien salva la vida de un judío–, precisamente por un oscuro caso de suplantación e intrigas.
LAS DEBILIDADES DE HIMMLER
En cualquier caso, este peculiar fisioterapeuta de origen finlandés –que pesaba casi 140 kilos– supo ganarse la confianza de Himmler, sobre quien tenía «un poder inmenso al conocer todas sus debilidades». Aprovechando cada visita en la que el alto cargo nazi estaba vulnerable, Kersten conseguía sacarle un acuerdo, como aquel que evitó la voladura de varios campos de concentración con miles de judíos dentro casi al final de la guerra.
«Supo ver el narcisismo de Himmler, alguien que no tenía iniciativa propia y dependía de todo de Hitler. Himmler lo único que quería era pasar a la Historia como un gran hombre y que decidió vivir solo de sus honorarios, porque pensaba que el resto eran unos corruptos. Además, una vez que daba su palabra, no se echaba para atrás, pero era eso, solo narcisismo», ha afirmado el historiador.
Preguntado al respecto de la ideología de Kersten, ha señalado que no tenía, pero «eso hace más llamativo su caso». «Al igual que Schindler, estos asuntos de la guerra no le interesaban, pero parece un mecanismo psicológico que obliga a alguien a seguir salvando gente una vez ha empezado. Aunque sea peligroso para sus propias vidas», ha concluido.