El Teatro Real rinde este jueves 24 de marzo tributo al guitarrista gaditano Ángel G. Piñero con el concierto ‘ReCuerdas de una vida’, en el que se alternarán los guitarristas Luca Romanelli y Stanislav Steshenko.
Este concierto se divide en dos partes: la primera, para guitarra solista, es de carácter introspectivo: ‘Meditación’ es un homenaje a las víctimas de la pandemia; ‘Preludio azul’, un tributo a la madre del compositor, víctima de la Guerra Civil; y ‘Evocación’, un recuerdo de su hermano, quien estimuló y apoyó sus estudios.
Después de las piezas ‘Murmullo musical’, ‘El viento de la vida’ y ‘Caprichos’, se presenta el estreno mundial de ‘Canto al difunto Francisco’, pieza fúnebre para guitarra y danza dedicada por Ángel G. Piñero a su padre, desaparecido en la Guerra Civil. Participa el bailarín jerezano Manuel Garrido.
A continuación, habrá otro estreno mundial, el de ‘Balada a una desconocida’, para canto y guitarra, inspirada en Catherine Lacoste, que será interpretada por la soprano Estíbaliz Martyn y el Cuarteto Chagall -con Cristina Pascual (violín), Javier López (violín), Abel Nafee Rosch (viola) y Víctor Esteban (violonchelo)-.
La primera parte concluirá con ‘Viaje nocturno,’ para guitarra y cuarteto de cuerdas. La segunda parte del concierto trae obras para guitarra y orquesta de carácter festivo, en las que se rinde tributo a Cádiz y a distintos paisajes y tradiciones de España, con la participación de la Orquesta Clásica Santa Cecilia, bajo la dirección de José Antonio Montaño.
Nacido en Cádiz en 1932 y fallecido el 21 de febrero en el Puerto de Santa María, la biografía de Piñero es indisociable de su guitarra, que lo acompañó en su periplo como concertista por los rincones de España y ciudades de todo el mundo –más de 250 recitales–.
El músico perfeccionó la técnica de las dos manos con la misma precisión, pudiendo colocar el mástil de la guitarra a la derecha o a la izquierda, lo que le permitía interpretar las piezas, en un mismo concierto, con la yema de los dedos o con las uñas, dependiendo de las necesidades expresivas y la época de cada obra.
Para utilizar esta técnica singular creó un prototipo de guitarra que fue perfeccionando a lo largo de los años, hasta lograr el instrumento único con el que ofreció conciertos en todo el mundo.
En su catálogo se incluyen seis obras para guitarra y orquesta sinfónica, ocho para guitarra y cuarteto de cuerdas y veintidós para guitarra solista. «La música tiene una deuda histórica con la guitarra clásica española. Mi intención es aportar un granito de arena para reducir esta deuda», señaló.