Desmonetizar los vídeos de YouTube no ayuda a impedir que a la plataforma se siga subiendo contenido controvertido, según un estudio elaborado y publicado por Cornell Tech, el campus tecnológico de la Universidad de Cornell
El informe se ha centrado en estudiar y caracterizar «las estrategias de la monetización alternativa» a la que tienen acceso los creadores de contenido de YouTube.
Para ello, han estudiado el comportamiento de una base de datos compuesta por los creadores más populares de la plataforma, que ha tenido en cuenta más de 71 millones de vídeos publicados en más de 136.000 canales.
«Para analizar estos datos, hemos creado un método basado en cuatro grandes categorías: la petición de donaciones desde otras plataformas, el marketing de afiliación, las ventas de productos y servicios relacionadas con el canal y las solicitudes para la donación de criptomonedas», explican los investigadores.
La alternativa más común de monetización es el marketing de afiliación, usado según el informe en un 11,3 por ciento de los vídeos y en un 51,2 por ciento de los canales analizados, seguida por la donación (un 8,1% en los vídeos y un 28,4% en los canales), los productos ofrecidos en el canal (con un 3% y un 11,3%, respectivamente) y la donación en criptomonedas (con un 0,2% y un 0,7%).
«En primer lugar, hemos descubierto que el uso de monetización externa está muy extendido», explica el informe. Según los investigadores, un 61 por ciento de los canales de YouTube utilizan al menos una vía de monetización alternativa, como Patreon, que a su vez es empleada en un 18 por ciento de todos los vídeos subidos a la plataforma.
«En segundo lugar, vemos que la adopción de esas estrategias varía sustancialmente entre canales de distintos tipos y popularidad, y que aquellos que tienen otras vías alternativas de ingresos suelen ser también más productivos en YouTube», apostillan los investigadores. De hecho, han detectado que solo en el primer año desde que se adoptó la monetización alternativa, la producción media de los canales se disparó un 43 por ciento.
«Finalmente, hemos investigado cómo los canales potencialmente problemáticos usan estrategias alternativas de monetización, hallando que suelen emplear una gran variedad de ellas en comparación con el resto», subrayan a continuación los expertos.
El estudio identifica como creadores o canales polémicos o problemáticos aquellos que no llegan a violar las políticas de la plataforma, pero se dedican a difundir «narrativas falsas y divisivas, además de cultivar un discurso de odio». Dentro de este grupo entrarían, por ejemplo, los ‘streamers’ que compartan y sirvan de altavoz de ideologías de extrema derecha o de la denominada manosfera, entre otras.
A este grupo de canales problemáticos pertenecen 497 de los analizados en la base de datos. De todos estos, 97 de ellos han mencionado al menos un link de Patreon en la descripción de uno de sus vídeos y otros 58 ha hecho lo propio pero con algún enlace para donar criptodivisas como Bitcoin o Ethereum.
En este sentido, el informe subraya que en 2018, un 20 por ciento de todos los canales analizados en su base de datos presentaban enlaces en sus descripciones para aceptar donaciones, en comparación con solo el 2,7 por ciento observado en 2008.
Los investigadores se hacen eco de un artículo del New York Times, fechado en 2018 y redactado por la socióloga Zeynep Tufekci, según el cual el algoritmo de YouTube tiende a recomendar contenido cada vez más «extremo» a su audiencia convirtiendo a la plataforma en «la gran radicalizadora».
Por ejemplo, según el estudio The Belfer Fellowship Series publicado en 2021 y del que se hacen eco los investigadores de Cornell, «aproximadamente uno de cada diez de los participantes habían visto al menos un vídeo de un canal extremista».
«Estos hallazgos complican la labor de YouTube como ‘perro guardián’ y demuestran que su actual política de desmonetización puede no ser efectiva», añade el informe. En este sentido, «los creadores pueden decidir no maximizar su exposición, que se correlaciona a su vez con los ingresos que perciben por publicidad y, en su lugar, hacer énfasis en la cercanía con una audiencia más pequeña pero devota que es más probable realice cualquier tipo de contribución».
A esto se suma el hecho de que, a fecha de enero de 2022 cuando se ha llevado a cabo el estudio y «para conocimiento de los autores» del mismo, YouTube no solo no regula las alternativas de monetización en su plataforma, sino que algunas veces incluso se asocia con estos servicios para proporcionar a sus creadores de contenido otras oportunidades de incrementar sus ingresos.
En definitiva, los investigadores apuntan que plataformas como Patreon, y otras menos populares como SubscribeStar, requieren de un mayor escrutinio ante su mayor uso por parte de los ‘streamers’ considerados «problemáticos» dentro de YouTube.
Este estudio llega tan solo unas semanas después de que el director de Producto de YouTube, Neal Mahon, reconociese que la compañía se debate entre ser más o menos agresiva para prevenir la viralización de contenidos polémicos en la plataforma.
Una de las medidas que Mahon aseguró que estaban barajando es la de impedir que se compartan dichos vídeos fuera de la plataforma, para complicar así el efecto contagio y su posterior viralización en Internet.