Ha llegado el día. Isabel Pantoja ha regresado a los Juzgados de Málaga para prestar declaración ante el juez, acusada, como administradora única de la sociedad Panriver 56 S.L., de ser cooperadora necesaria de un presunto delito de insolvencia punible por la venta de su casa de La Pera en el año 2015.
La tonadillera intentó por todos los medios verse de nuevo sentada en el banquillo de los acusados, pero ni sus esfuerzos por llegar a un acuerdo extrajudicial con la sociedad querellante en los últimos días, ni los informes médicos y psicológicos que presentó al juzgado demostrando que no se encuentra en condiciones de declarar, han dado sus frutos.
Así, rodeada de decenas de medios de comunicación y escoltada por varios miembros de la Guardia Civil, Isabel ha llegado al Juzgado de lo Penal número 5 de Málaga minutos antes de las 10 de la mañana, completamente derrumbada y sin responder a ninguna de las preguntas.
Vestida completamente de negro, con el pelo recogido en su característica coleta y sus inseparables gafas de sol, la viuda de Paquirri entraba en los juzgados sin ocultar su nerviosismo y su dolor por regresar al lugar en el que fue condenada a 24 meses de prisión por blanqueo de capitales por el caso Malaya.
Una vuelta al banquillo de los acusados, donde este martes ha revivido su peor pesadilla, repitiendo una escena que nunca imaginó que sucedería. Ella ante el juez, intentando mantener la calma antes de prestar declaración y de enfrentarse a su posible regreso a prisión.
Ya sin gafas de sol, hemos sido testigos de lo derrumbada que está Pantoja, incapaz de contener las lágrimas y víctima de tal estado de ansiedad que el juez ha invitado a la tonadillera a que se tranquilizase para poder comenzar el juicio, que se ha retrasado por un fallo en los micrófonos de la sala.