Hay alrededor de 400 bacterias probióticas diferentes. Las más conocidas e importantes son las bacterias del ácido láctico, porque son tolerantes a los ácidos y, por lo tanto, solo pueden propagarse más en el intestino.
Y, de hecho, se ha demostrado que los alimentos probióticos tienen un efecto positivo sobre la flora intestinal y el sistema inmunitario. Ayudan contra la diarrea, los problemas digestivos y el estreñimiento, mejoran el sistema inmunológico y la salud mental e incluso pueden ayudar a prevenir el cáncer de colon.
Sin embargo, para que nuestro intestino pueda utilizar todas estas propiedades positivas, los probióticos deben ingerirse continuamente en grandes cantidades mientras están vivos. Tan pronto como las bacterias dejan de absorberse durante unos días, la flora intestinal vuelve a su estado normal.
3Kéfir
El kéfir se elabora tradicionalmente con leche de vaca, oveja o cabra. A diferencia del yogur, no solo se añaden bacterias del ácido láctico a la leche, sino también el llamado grano de kéfir.
Este es un hongo de la leche que, además de bacterias, también contiene levadura. Como resultado, parte del azúcar de la leche se convierte en ácido láctico y otra parte en alcohol y ácido carbónico (pero el contenido de alcohol en el kéfir fresco es como máximo del 0,5% en volumen).
El kéfir contiene incluso más bacterias probióticas vivas que el yogur y, al igual que el yogur, mejora la densidad ósea y ayuda con los problemas digestivos. Además, el consumo regular de kéfir regula la presión arterial y tiene un efecto antimicrobiano y antiinflamatorio.
El kéfir tradicional casi no contiene lactosa, lo que lo hace seguro para la mayoría de las personas que sufren de intolerancia a la lactosa. Debido al alto contenido de ácido fólico, también es muy saludable que las mujeres embarazadas beban kéfir regularmente.