El Papa se pregunta qué pasaría el día después de una guerra atómica: «Tendremos que empezar de cero»

El Papa se ha preguntado qué pasará el día después de una guerra atómica y ha advertido de que habrá que empezar de cero. Así lo ha puesto de manifiesto improvisando durante la audiencia general de este miércoles.

«¿Qué pasa con una posible guerra atómica?», ha cuestionado el Pontífice en referencia a las reiteradas amenazas nucleares surgidas en estos más de veinte días de guerra en Ucrania, según informa Vatican News.

Según Francisco, el escenario es apocalíptico, pero parece extenderse cada vez más entre la gente común. «El ‘día después’ -si aún quedan días y seres humanos- tendremos que empezar de cero. Destruir todo para empezar de cero», ha advertido.

En este sentido, ha apuntado que el un mundo donde hombres y mujeres viven «bajo presión», en la proyección de un futuro compuesto por máquinas y robots que dan la ilusión de la «eterna juventud», emerge la idea «de una catástrofe final» que extinguirá al hombre.

Al final de la audiencia, el Papa ha hecho suya una oración escrita por el arzobispo de Nápoles, Domenico Battaglia, para el fin de la guerra en Ucrania que ha recitado al final de la audiencia general de este miércoles: «Perdónanos, Dios, si seguimos matando a nuestro hermano».

«¡Señor Jesús, nacido a la sombra de las bombas que caen sobre Kiev, ten piedad de nosotros! ¡Señor Jesús, que moriste en los brazos de una madre en un búnker en Kharkiv, ten piedad de nosotros! ¡Señor Jesús, un joven de 20 años enviado al frente, ten piedad de nosotros! ¡Señor Jesús, que aún contemplas manos armadas a la sombra de tu Cruz, ten piedad de nosotros!», ha rezado, según una traducción no oficial.

Durante la audiencia, también ha asegurado que el mundo necesita jóvenes fuertes y ancianos sabios al reflexionar sobre la figura de Noé como ejemplo de la vejez que genera vida, que no se queja ni recrimina, sino que mira al futuro con confianza, respeta la creación y cuida la vida de todos.

Para Francisco, además, la sabiduría de los ancianos es una barrera al «hábito» de la corrupción. «Las nuevas generaciones esperan de nosotros los viejos, de nosotros los ancianos, una palabra que sea profecía, que abra puertas a nuevas perspectivas fuera de este mundo despreocupado de corrupción, de costumbre de corromper las cosas», ha recalcado.