Fue una de las monjas más reconocidas de la Orden de las Hijas de María Auxiliadora, que se encuentra hoy extendida por todo el mundo, cuyas actividades y obras en materia de educación cristiana son muy reconocidas, con colegios en prácticamente la mitad del mundo cristiano y más allá de él.
Santa Eusebia Palomino
Su nombre fue Eusebia Palomino Yenes, quien nació el 15 de diciembre del año 1899, Cantalpino, de modo que era salamantina de nacimiento, pasando a formar parte después del Instituto de las Hijas de María Auxiliadora. Desde muy pequeña tuvo que dedicarse a las labores en el campo, como lo tuvieron que hacer todos los miembros de su familia, ya que eran de origen humilde y poseían escasos recursos, pero pese a ello, todos los miembros fueron criadores dentro de una estricta tradición y valores cristianos.
Desde muy temprana edad, Santa Eusebia comenzó a desarrollar un carácter caritativo y humanitario. Debido a las condiciones económicas de su familia, Santa Eusebia tuvo que dejar la escuela para niñas a la que asistía, para dedicarse a las actividades del campo, ayudando a los ingresos familiares, cuidando de los otros miembros de su familia, así como a los niños de otras familias vecinas, para poder ganar alguna cantidad de dinero. Este trabajo fue el que la caracterizó, llegando a desarrollarlo de manera formal junto con su hermana Dolores.
Las Hermanas de la Congregación de las Hijas de María Auxiliadores tuvieron conocimiento de las actividades de Santa Eusebia, y siendo tan buena niñera, sus servicios fueron solicitados para que los ejerciera dentro de esta comunidad religiosa. Al poco tiempo, Santa Eusebia llegó verdaderamente a interesarse por la labor religiosa de las hermanas y por la relación que ellas tenían respecto a Cristo y a la forma en que todas sus acciones estaban enmarcadas dentro de las ideas cristianas, de modo que llegó a desear ser parte de esa comunidad, pero el impedimento provino de su analfabetismo y de su condición social.
Pero Santa Eusebia logró vender esos obstáculos, preparándose y estudiando mucho, hasta que finalmente fue aceptada como novicia por los salesianos. Lamentablemente, pocos años después, en 1935, Santa Eusebia falleció a consecuencia de varias afecciones que padecía, como consecuencia de su asma, por la que había enfermado mucho tiempo antes.
Cuando comenzó a colaborar con las Hermanas Hijas de María Auxiliadora, sus labores consistían principalmente en hacerse útil en la cocina, cargar leña, labores de limpieza del convento, lavar la ropa, acompañar a las que estudiaban a la escuela estatal y llevar a cabo los mandados en la ciudad.
Un día, el Inspector General salesiano José Binelli llegó de visita y después de que habló con ella, fue quien la admitió a nombre de la Madre General de la Orden, comenzando su vida religiosa el 05 de agosto del año 1922, dividiendo su tiempo de forma eficiente entre la oración, el trabajo y la educación, lo que le permitió en dos años consagrarse definitivamente a Dios, haciendo los votos de pobreza, obediencia y castidad, siendo destinada a la Casa de Valverde del Camino, una población que en aquella época contaba con tan sólo 9.000 habitantes, que se encontraba en el área minera de Andalucía, colindante con Portugal. En ese lugar, su labor consistía en atender a los grupos de niñas del colegio y del oratorio, en actividades como la cocina, la portería, la ropería, en el cuidado del pequeño huerto y la asistencia a las niñas al oratorio, hasta su fallecimiento.
El 16 de marzo no sólo celebramos a Santa Eusebia, sino que también recordamos la vida y las obras de otros creyentes que se convirtieron en un faro de aliento para sus hermanos cristianos, entre los que se encuentran San Abraham Kidunaia, San Heriberto, San Juan Sordi, San Julián de Anazarbo y San Papas