La Fundació Antoni Tàpies de Barcelona propone un diálogo entre el pintor catalán y la artista polaca Goshka Macuga en dos exposiciones, ‘En movimiento’ y ‘Melancolía’, que se podrán ver a partir de este miércoles y hasta el 25 de septiembre.
‘En movimiento’ es la primera exposición de Macuga en Catalunya, y se articula a partir de tres instalaciones –‘Plus Ultra’, ‘La naturaleza de la bestia’ y ‘Sin título: La carta’–, realizadas entre 2009 y 2011, pero que incorporan elementos realizados para la exposición, según ha explicado en declaraciones a medios este martes la comisaria, Neus Miró.
En su obra, Macuga (1967) se propone revisitar los «relatos históricos heredados» y releerlos incidiendo en las posibles y múltiples relaciones entre estos relatos y el presente, siempre con la convicción de que la historia se repite.
La artista ha explicado que su obra «siempre responde al contexto», por lo que en la muestra dialoga con las obras de Antoni Tàpies, de quien ha dicho que le gusta el poder de su simbolismo, la presencia física de su obra y su habilidad para comentar la situación política y social.
De este modo, Macuga ha realizado una intervención en uno de los muros de la sala que toma como base la obra de Tàpies ‘Ni identitat’ (2003), y ha incorporado distintas piezas en relación directa con el trabajo del artista catalán.
UN TÀPIES «MELANCÓLICO»
Macuga se trasladó a Londres –la ciudad en la que reside– en 1989, el año de la caída del muro de Berlín, y una fecha que coincide también con el inicio de una etapa en la obra de Tàpies que la fundación describe como «melancólica».
Así, ‘Melancolía’ es el título de la exposición que se podrá ver en paralelo en la fundación, y que exhibe por primera vez cuatro obras del artista catalán: ‘Raigo’ (1992), ‘Núm. 7009’ (1992), ‘Quatre elements’ (1992) y ‘Abans-després’ (1994).
Cuenta con un total de 13 piezas, realizadas en la primera parte de los 90, que comparten una cierta sensación de «abandono», algo que la comisaria de la exposición, Núria Homs, atribuye, entre otras cosas, a la conciencia del paso del tiempo por la muerte de su madre y por sus problemas de salud.
La descomposición del mundo soviético, que supuso el fracaso del proyecto político con el que Tàpies había simpatizado, también contribuyó a que el artista se sumiera en este estado.
Durante este periodo, el artista alude a la muerte y al dolor también como reacción a la guerra de Bosnia (1992-1995) y el genocidio de Ruanda (1994), con obras «desafortunadamente muy oportunas», ha dicho Homs en referencia a la guerra de Ucrania.