Tenemos que felicitar a todos los españoles que hayan sido bautizados con los nombres de Adrián o Adriano, porque este es su día, de acuerdo con el santoral católico, porque hoy recordamos la vida de San Adrián o Adriano de Nicomedia, quien fue martirizado durante la sexta persecución que efectuó el emperador Diocleciano de Roma, siendo arrojado a los leones y posteriormente decapitado.
San Adrián de Nicomedia
Recordamos a otro santo, víctima de la persecución de Diocleciano en contra de los cristianos. Respecto a San Adrián, el dato que más se conoce históricamente es la manera en la que fue sometido al martirio. Recogen los archivos eclesiásticos que San Adrián fue capturado, como muchos otros cristianos, durante la sexta campaña de este emperador romano contra los seguidores de Cristo, en la ciudad de Cesárea, a la cual el santo había acudido y, de forma repentina, fue detenido por los guardias del ejército que guardaban las puertas de la ciudad, para preguntarle por qué había llegado hasta esa ciudad, a lo que el santo contestó que había ido para reunirse con los cristianos, razón por la cual fue inmediatamente detenido y llevado a la presencia del gobernador, siendo trasladado a Nicomedia.
En un primer momento, San Adrián o Adriano fue condenado al castigo mediante azotes, luego sufrió la tortura con garfios, que le desgarró la piel, para, finalmente, ser lanzado a los leones. Logró sobrevivir a estos tormentos y por esa razón fue decapitado dos días después. Los mismos escritos que describen su horrible sufrimiento, cuentan que San Adrián llegó a la convicción de querer convertirse a la cristiandad estando en Nicomedia, siendo ya un oficial de la guardia del emperador Galerio, cuando contempló la forma en que fueron torturados veintidós cristianos en medio del juicio que se les estaba haciendo. De allí el complemento de su nombre.
San Adrián nació a fines del siglo III, en la ciudad de Constantinopla, la capital del imperio romano de oriente, fue hijo del César Probo, quien fue emperador durante 6 años, de 277 a 282. Adrián o Adriano era romano, además procedente de una familia noble, creció con lujos y a la edad de escoger una carrera, ingresó en las filas del ejército romano, para ir ascendiendo en las filas del ejército, como soldado del imperio y, como tal, participó en la persecución de los cristianos bajo los reinados de Maximiano y Galerio. Pero llegó a admirar el valor y la resignación de los fieles apresados, por lo que se convirtió a su religión, luego de lo cual contrajo matrimonio con Santa Natalia.
Por causa de esa conversión, el emperador Licinio decretó que debía ser perseguido, por lo que llegó a ser apresado sometido a torturas para hacer que renunciara a su nueva fe siendo sometido a terribles torturas en la ciudad de Nicomedia, donde finalmente sería decapitado.
Hoy el Martiriólogo Romano recuerda a otros santos y beatos que se convirtieron en un ejemplo para la cristiandad, entre los cuales se encuentran San Conón, San Foca, San Gerásimo, anacoreta, San Juan José de la Cruz Gaetano, San Kierano, San Lucio, papa, San Teófilo de Cesárea, San Virgilio de Arlés, Beato Cristóbal Macassoli y Beato Jeremías de Valaquia Kostistike.