Fue un santo que pasó a la historia por preocuparse y encargarse de la reconstrucción de los lugares considerados santos en Jerusalén luego de que los persas atacaron la región en el siglo VII. Su trabajo fue una inspiración para otros santos y feligreses que se preocuparon por el bienestar y el mantenimiento de dichos lugares, con el objetivo de preservar la fe y los lugares de culto en los que se celebra la memoria de los cristianos.
San Modesto
Con esta festividad recordamos a los grandes protectores de los lugares santos, haciendo homenaje a San Modesto, quien inspiró a muchos que vinieron después, y que llevaron a cabo proyectos para engrandecer a la religión, convirtiéndolos también en santos, por causa de sus sacrificios, gracias a esos primeros trabajos de preservación iniciados por San Modesto.
San Modesto fue un religioso que en el siglo VII se preocupó por restaurar los lugares sagrados después de que el ejército persa pasara por Jerusalén y la arrasara, destruyendo y quemando una gran parte de los lugares que los cristianos consideraban como sagrados para aquella época, producto de lo cual muchas personas fueron ajusticiadas y desterradas, entre los cuales se encontraba San Zacarías, quien era el Arzobispo de Jerusalén para aquel momento.
Una vez que los persas se marcharon, las autoridades de Jerusalén aprovecharon el desastre dejado por el ejército persa para reconstruir la ciudad y este proyecto fue dirigido por San Modesto, debido a que San Zacarías no sólo había sido desterrado, sino que había fallecido en el destierro, de modo que San Modesto fue nombrado como su sucesor por el Emperador.
Corría el año 600 cuando Cosroes, quien era el rey persa, no sólo era pagano, sino que se había declarado enemigo de la fe cristiana, por lo que decidió invadir una ciudad sagrada que se encontraba en Palestina, que no es otra que Jerusalén, y para ello Cosroes contó con la ayuda de los samaritanos y de los judíos, quienes se fijaron como metas estratégicas ir destruyendo y quemando de manera sistemática todos los lugares cristianos, que incluyeron casas religiosas, altares, iglesias, matando en el proceso a miles de cristianos, y muchos que se salvaron de la matanza fueron posteriormente vendidos como esclavos, otros lograron salvarse por causa del destierro al que fueron condenados, como le pasó a San Zacarías, y en ese momento San Modesto era monje superior de uno de los conventos que se encontraban en Tierra Santa, quien logró quedarse en Jerusalén y sintió el llamado de Dios a la reconstrucción de los sitios sagrados. Heráclito, quien era el nuevo gobernante pudo alejar al ejército persa de Jerusalén y gracias a esto, San Modesto pudo comenzar su proyecto de reconstrucción con la ayuda de sus hermanos monjes.
Con el objetivo de que la ciudad renaciera y que el culto católico recuperara sus lugares santos, San Modesto se preocupó especialmente por recuperar sitios como la edificación en la que tuvo lugar la Última Cena entre Los Apóstoles y Jesús, así como el Huerto de Getsemaní, que fue el lugar en el que Jesús fue arrestado antes de ser sometido al martirio, e incluso el sitio en donde se piensa que se encuentra el Santo Sepulcro, y todo ello para que los cristianos recuperaran los lugares de oración y de peregrinación.
Además de San Modesto, en el Martiriólogo Romano, el 23 de febrero también celebramos la vida y las obras de otros santos y beatos que fueron un ejemplo para la cristiandad, entre los cuales se encuentran: San Sergio de Capadocia, San Etelberto, San Evecio, San Pedro Palatino, Beata Josefa Naval Girbés, Beato Contancio de Fabriano Servioli, Beato Marcos de Marconi y Beato Tomás María Fusco.