La fabada asturiana es un plato lleno de tradición, calor y amor; uno de esos que de tan solo probar un bocado, evocan los más tiernos recuerdos de las abuelas en el fogón cocinando con pasión los platos más completos y nutritivos que alimentaron a generaciones.
De esta receta se conocen varios relatos; sin embargo, si hay una con la que puede compararse la actual, es con aquella escrita en 1910 por Francisco Díaz, jefe de cocina de la fonda La Serrana de Avilés.
1Las tantas menciones a la fabada que hacen de la fecha de su origen todo un misterio
Sí, la fabada es potente, deliciosa, saciante y nutritiva, pero entre tantas virtudes, su fecha de origen se difumina a medida que se busca sobre su historia. Es imposible asegurar con total certeza, quien fue el primer asturiano que disfrutara de esta delicia; y es que, hay fechas muy antiguas en las que, si bien es cierto no detallan una receta, se presume que se habla de ella.
En 1783, Manuel Rubín Celis, afirmaba que existían muy pocas cosas que gustasen más a los asturianos que las ‘fabiquinas con tocín’. Unos años más tardes, en 1811, Gaspar Melchor de Jovellanos, habla de ‘pucheros de fabes’. En ambos textos no aparece aún la receta; sin embargo, se presume que se refieren a los que fueron los ancestros de la fabada actual.