Hablar de postres españoles es hablar de natillas y ricos dulces delicados de gran sabor que han alimentado y consentido a generaciones enteras. Y si, de delicados dulces se trata, los de convento, preparados por las monjas, vaya que tienen historia y se han ganado el corazón de cada hogar español.
Son muchas las recetas que se han diseñado entre las paredes de los claustros y todas ellas han sido caracterizadas por su delicadeza, sabor y sencillez. Basta con probar unas yemas de Santa Teresa o unas natillas de toda la vida, para saber que su origen no puede ser otro que la combinación de unos pocos ingredientes con la destreza que las monjas han demostrado tener.
Para disfrutar de un postre humilde y delicado, de esos que alegran el día a cualquiera, tienes que probar estas natillas de convento; verás como te despiertan los más gratos recuerdos de tu niñez.
10Evita que se corte y prepárate para disfrutarlas
Mientras cocinas las natillas de convento, mantener una temperatura por debajo de los 83 °C es vital para evitar que esta se corte. Cuida este factor, y verás lo fácil que será lograr un espesor natural; más ligero que el de la natilla convencional, claro está, pero igual de rico.
Por nada del mundo debes dejar que la mezcla hierva. De lo contrario, la yema de huevo se cuajará y será imposible alcanzar un resultado delicado y ligeramente cremoso. Sabrás que la natilla está lista cuando en el dorso de una cuchara la mezcla se adhiera sin problema alguno.
Reparte las natillas en pequeños recipientes y si deseas decóralos con galletas. Una vez que estén a temperatura ambiente, llévalas a la nevera hasta que estén bien frías para servir; esto les terminará de dar más consistencia.