La consejera de Sanidad del Gobierno de Aragón, Sira Repollés, ha anunciado la eliminación de las restricciones de horarios, aforos y actividad en todo tipo de establecimientos públicos, la recuperación del consumo en barra en la hostelería, mientras que el pasaporte COVID solo será obligatorio para visitas a los enfermos ingresados en hospitales y personas de centros sociales especiales, como las residencias de mayores.
En rueda de prensa, la consejera ha explicado que tanto en el exterior, como en el interior de los establecimientos de hostelería, así como en comercios, piscinas, gimnasios, lugares de culto, espacios culturales y en celebraciones solo estarán vigentes las limitaciones que se recojan en las correspondientes licencias municipales o autorización administrativa.
Por su parte, los eventos multitudinarios de más de 500 personas en interior y mil en exterior requerirán de autorización previa, como hasta ahora.
Una orden recogerá la nueva situación, que se publicará este viernes, 4 de febrero, y entrará en vigor en esa misma jornada. El uso del pasaporte COVID para los citados ámbitos estará vigente hasta el 8 de marzo.
Repollés ha indicado que estas medidas se adoptan ante el descenso de la incidencia de casos de coronavirus, que se sitúa a siete días, en Aragón, en 1.417,6 por 100.000 habitantes, tasa similar a la que había el pasado 28 de diciembre, cuando se implantaron las actuales restricciones, con 1.405 casos, si bien entonces la tendencia era ascendente y el índice reproductivo muy alto, mientras que ahora la evolución es «claramente descendente», con un «buen ritmo» de bajada en todas las franjas de edad.
PICO MÁXIMO
La consejera ha precisado que el pico máximo de incidencia acumulada se dio en esta comunidad autónoma el pasado 13 de enero, con 3.295 casos por 100.000 habitantes a siete días, por lo que «se ha reducido a más de la mitad en tres semanas».
Asimismo, ha comentado que si bien, con el regreso de los alumnos a las aulas tras las vacaciones de Navidad se dio un mayor incremento de casos en las franjas de edad de cero a 14 años, en estos momentos la tasa está «ligeramente por encima» de la media, pero se aprecia una «tendencia descendente importante», algo que aporta «tranquilidad».
La consejera también ha mencionado que se observa una menor presión asistencial, también en las Unidades de Cuidados Intensivos, donde se ha pasado de 74 a 68 pacientes, y de 628 a 590 en el caso de las personas ingresadas en planta en los dos últimos días.
Repollés ha comentado que esta ola ha sumado casi el 60 por ciento del total de contagios que ha habido en Aragón desde el inicio de la pandemia, con 212.000 del total de 375.000, lo que ha hecho que la gestión haya sido «más compleja», especialmente en la atención primaria, «tensionaba por acciones no directamente relacionadas con la salud», como la declaración de incapacidades temporales, lo que ha llevado a cambiar algunos protocolos.
CERTIFICADO COVID
Repollés ha señalado, sobre el certificado COVID, que fue «altamente eficaz cuando se impuso» y ha tenido un «papel importante» en incentivar a la vacunación, en la categorización de espacios y para limitar agrupaciones sociales a solo personas vacunadas.
En estos momentos, se ha considerado necesario mantener solo «donde hay población vulnerable». Además, ha incidido en la necesidad de aplicar las medidas que se han demostrado «altamente eficaces e insustituibles», como el uso de mascarilla, la distancia de seguridad, la higiene de manos, la ventilación y el aislamiento de casos positivos.
Además, se mantiene la prohibición del consumo colectivo o en grupo de bebidas en la calle o en espacios públicos ajenos a los establecimientos de hostelería, así como de fumar en las terrazas de los establecimientos, en los espectáculos al aire libre y en la vía pública, cuando no se pueda respetar una distancia mínima interpersonal de dos metros o más.
«Estamos en un escenario diferente, pero esto no ha acabado», ha remarcado Repollés, que también ha animado a vacunarse a todos aquellos que no lo han hecho, así como a recibir las dosis adicionales y a la vacunación pediátrica.
REINFECCIÓN
La consejera se ha referido a las reinfecciones de coronavirus y ha considerado que se puede considerar algo «lógico» tras dos años de pandemia. En todo caso, ha precisado que el porcentaje de personas que se han vuelto a contagiar es del 2 por ciento, cifra que baja al 0,5 por ciento para los vacunados. Ha aportado otros datos, como no haber superado en esta séptima ola los 78 pacientes en UCI, a pesar de que en planta se han rozado los 900.
La vacunación también ha contribuido a reducir la mortalidad. Repollés ha contado que si en el inicio de la pandemia hubo un exceso de mortalidad sobre la esperada «intensísimos», también, especialmente, en la onda epidémica de octubre y noviembre de 2020, ésta se ha ido conteniendo desde el inicio de la vacunación y, ahora, a pesar de haberse alcanzado hasta 8.000 nuevos positivos notificados en una jornada, apenas hay un «ligero aumento de mortalidad respecto a lo esperable», algo que también ha achacado a la menor gravedad de la variante ómicron.
Respecto a la letalidad, es decir, cuantas personas de las diagnosticadas fallecen, en esta séptima ola el porcentaje ha sido del 0,3 por ciento, frente a tasas anteriores de hasta el siete.
GRIPALIZACIÓN
La consejera de Sanidad ha establecido una comparativa entre el estrés del sistema sanitario por gripe y COVID-19. La primera es una infección respiratoria de carácter estacional, que se da, habitualmente, en las mismas fechas, los meses de enero y febrero, «con mayor o menor intensidad» y que tensiona el sistema sanitario de manera temporal, obligando a unas acciones específicas, ha expuesto.
Sin embargo, la COVID-19 aparece en cualquier época del año, tiene una intensidad mucho mayor, «con oleadas continuas que hacen que el sistema sanitario haya estado dos años soportando estrés» por lo que la situación «dista mucho de parecerse a la gripe», ha esgrimido.
Repollés ha dicho que, no obstante, lo «esperable» es que cada vez se pueda asemejar más y por eso hay que trabajar en un «escenario de transición» encaminado hacia otra manera de tratar, controlar y valorar esta infección, que todavía «está lejos de ser una endemia», ha matizado.
A su entender, esto supone «cambiar las prioridades» hacia la identificación y tratamiento temprano de casos en personas con riesgo de mala evolución –vulnerables, mayores de 65, inmunodeprimidos o que trabajan en entornos de riesgo–, así como mejorar la vigilancia de variantes y linajes nuevos. «A todos nos ha sorprendido la alta contagiosidad, pero menos gravedad de ómicron», ha apuntado.
También ha considerado que debe mantenerse un sistema de información que permita «detectar a tiempo» los riesgos para el sistema sanitario, que deberá «estar preparado para saturaciones que se puedan producir».
Asimismo, ha abogado por mantener los objetivos de vacunación. «La ciencia nos ha salvado de ésta» y «no podemos parar la investigación» de nuevas vacunas y nuevos fármacos para el tratamiento de la COVID-19.