El segundo mes del año se inicia con la celebración de Santa Brígida de Irlanda, considerada la Santa Patrona de ese país, que junto con los religiosos de Santa Columba y con San Patricio, forman la trilogía de los santos católicos más venerados en el país verde.
Santa Brígida de Irlanda
Según cuentan los historiadores, Santa Brígida de Irlanda fue una abadesa, a la que también se le conoce con el nombre de Brígida de Kildare, para hacerle honor a la población que fue construida en los alrededores del convento que ella erigió en la zona de Leinster, se trata de una de las más representativas santas eclesiásticas para el país de los tréboles, que cuenta con la veneración absoluta de todos los cristianos irlandeses, tanto católicos como ortodoxos, aunque no son del dominio común muchos datos sobre su vida.
En realidad, se trata de una santa sobre cuya figura surgió una controversia en el siglo XX, en el seno de la Iglesia, por causa de que en varias biografías que la mencionan se cuentas hechos que parecen contradictorios. Aunque es cierto que los historiadores coinciden en un dato, y es que la madre de Santa Brígida de Irlanda pudo haber sido una esclava, de origen picto, de quien se dice que fue bautizada por el propio San Patricio, que servía en el seno de la Corte del Rey Dubnhthach, quien para la época de su nacimiento era el monarca de Leinster, presumiéndose que el mismo Rey fue el padre de esta Santa.
Por supuesto que Santa Brígida Kildare nació en la esclavitud, y como tal tuvo que brindar sus servicios como esclava doméstica en la Corte, donde era conocida por su gran bondad. Llegó a adquirir tanta fama que su padre el Rey decidió concederle la libertad y a pesar de haber tenido a muchos pretendientes en su juventud, los rechazó a todos, porque había hecho votos de permanecer virgen.
Alrededor del año 468, Santa Brígida de Kildare y el obispo Mc Caill siguieron a San Mel al reino de Tethbae, fundándose los condados que hoy se conocen con los nombres de Meath, Westmeath y Longford. Se dice que en el año 480 Santa Brígida de Irlanda fundó el Monasterio de Kildare, construyendo una pequeña celda bajo un roble que se consideraba sagrado, que había sido consagrado a la diosa celta Bridgid, cuyo nombre ella llevaba, que era atendido por jóvenes doncellas que cuidaban de que no se extinguiese su llama sagrada.
Poco a poco, la pequeña celda se convirtió en oratorio, al que comenzaron a asistir los campesinos que moraban en las cercanías, hasta que se convirtió en un gran centro religioso y de estudios. Junto con sus siete primeras discípulas, Santa Brígida de Irlanda logró establecer el primer monasterio femenino en el país, y para mantener su autonomía, optó por instaurar las reglas de San Cesáreo.
Con respecto a su actuación como religiosa, se conoce que cuando se convirtió en Abadesa, impuso en su monasterio las reglas de San Cesáreo, lo que se tradujo en la imposición de una plena autonomía al centro religioso, no sólo en cuanto a lo relacionado con la disciplina interior, sino también en lo tocante a la elección de la abadesa que debía dirigir el monasterio.
Además de estas reglas de tipo tan singular, a instancias de Santa Brígida de Irlanda, el monasterio de Leinster fue el primero de ese país en ser mixto, de modo que estaba conformado tanto por monjes como por monjas, imponiéndose las reglas de San Cesáreo en muchos de los aspectos de la vida del monasterio, lo que luego fue adoptado por muchas de las colectividades religiosas irlandesas.
Junto a Santa Brígida de Irlanda, el 01 de febrero también es el onomástico de otros santos y beatos, entre los que se encuentran San Agripano, obispo y mártir, San Cecilio de Granada, San Enrique Morse, San Juan, obispo de Saint-Malo, San Pablo de Saint-Paul-Trois-Châteaux, San Raúl de Cambray, San Severo, obispo de Rávena, San Sigeberto, San Trifón, mártir, San Urso, Santa Viridiana, Beata Juana Francisca de la Visitación Michelotti, Beato Andrés de Segni y Beato Reginaldo de Orleans