San Enrique de Ossó y Cervelló fue un religioso de origen español que dedicó la mayor parte de su actividad católica a la creación de una congregación que todavía subsiste en nuestros días, que es la congregación de Santa Teresa de Jesús.
San Enrique de Ossó y Cervelló
Fue el fundador de una congregación muy conocida que es la de las Hermanas de la Compañía de Santa Teresa de Jesús. Se dice que nació en Vinebre, que forma parte del municipio catalán que pertenece a la provincia de Tarragona. San Enrique de Ossó y Cervelló se destacó por sus actividades eclesiásticas en ciudades como Valencia, donde fue el fundador de la primera Compañía de Santa Teresa de Jesús, teniendo tanto éxito, que la actividad de esta Compañía se extendió a ligares cercanos y remotos, tales como Portugal, Argelia, Méjico y Uruguay.
Esta compañía de las Hermanas de Santa Teresa de Jesús tiene congregaciones y colegios en muchísimas ciudades en todo el mundo, y se las conoce normalmente con el nombre de las Teresianas, un nombre que seguramente has escuchado alguna vez, y hasta es posible que hayas estudiado en un colegio Teresiano.
San Enrique de Ossó y Cervelló ideó el sueño de fundar esta compañía en fecha 2 de abril de 1876, trazando su proyecto para lograr fundar la primera de estas compañías el 23 de junio, casi tres meses después. Las monjas con las que se inició esta compañía fueron 9, las cuales ingresaron por las puertas de la Iglesia de Nuestra Señora de la Enseñanza, entregándose por completo a Dios y a la labor educativa, y estas nueve monjas decidieron tomar de manera definitiva sus hábitos el 31 de diciembre de 1878, precisamente consagrados por San Enrique de Ossó y Cervelló.
Desde que era un niño, San Enrique de Ossó y Cervelló expresó completamente su absoluta devoción a Santa Teresa de Ávila, pero también se dedicó a impartir clases de materias como física y matemáticas, aunque igualmente se dedicó a escribir libros para los catequistas, honrando con sus trabajos a ésta santa al fundar a la Congregación de las Hermanas de Santa Teresa de Jesús, hoy conocidas como las hermanas Teresianas.
Cuando San Enrique de Ossó y Cervelló falleció, el 27 de enero del año 1896, ya la compañía de las Hermanas de Santa Teresa de Jesús contaba con treinta y tres sedes en diferentes países, algunas en Uruguay, Méjico, Argelia y Portugal. Tuvo tanto éxito en su labor evangelizadora y educadora con su sueño de la creación de esta Compañía, que son incontables los colegios teresianos que actualmente siguen su filosofía y sus enseñanzas cristianas, junto con la labor educativa incomparable, cumpliendo casi 150 años desde su fundación.
Además de San Enrique de Ossó y Cervelló, hoy también celebramos el onomástico de otros santos y beatos, que de acuerdo con el Martiriólogo Católico son figuras destacadas por la Iglesia de Roma, entre las que se encuentran Santa Ángela de Mérici, San Avito mártir, San Gilduino de Dol, San Juan María el Muzeo, San Julián de Cenomarum, San Julián de Sora, Santa Devota, Beato Jorge Matulaitis y Beato Juan de Théouranne.