El presunto violador en serie de Gipuzkoa ha confesado que abusó sexualmente de una mujer el 13 de julio 2019 en Beasain, aunque ha asegurado que no lo recuerda porque, por aquel entonces y desde 2010, consumía «mucha droga y alcohol».
El procesado así lo ha admitido en el primer día del juicio que se celebra en la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Gipuzkoa en la primera declaración que ha prestado en todo el proceso. Fue detenido el 19 de julio de 2019 en Lazkao tras la violación de Beasain seis días antes.
La investigación permitió detener a este sospechoso, supuestamente vinculado con numerosos delitos sexuales en Gipuzkoa desde 2012, y ésta es la primera vista oral de las violaciones que se le atribuyen.
El encausado, de origen rumano, padre de dos hijas de 13 y 5 años y que trabaja en una empresa de mantenimiento que creó junto a su exmujer, de la que se separó cuando fue detenido, aunque habían vivido una temporada separados, ha relatado que desde 2007 a raíz de la muerte de su padre y el suicidio de su tío padecía «depresión e insomnio» y, por ello, se inició en el consumo de sustancias estupefacientes. «Caí en la droga y el alcohol y cada vez consumía más», ha afirmado.
Según ha indicado, acudió a su médico de cabecera que le recetó ansiolíticos. «Varias veces no recordaba lo que había hecho, estuve nueve años consumiendo drogas abusivamente», ha asegurado, pero en su estancia en prisión supuestamente se ha recuperado de su adicción y ha recibido terapia, gracias a lo cual ha dicho ir «recordando cosas».
También ha relatado que el 13 de julio 2019 se encontraba trabajando en el turno de noche para para una subcontrata en Usurbil y que llegó tarde a su puesto, porque había estado consumiendo alcohol y drogas. Al parecer, antes de que finalizara su turno, a las seis de la mañana, se marchó porque «estaba mal» y, además, le ofrecieron «comprar droga más barata» en Beasain donde consumió una «droga nueva». «Era imposible recordar» lo que ocurrió, ha afirmado.
«Hace poco he empezado a recordar», ha apuntado. Según ha señalado conocía a la víctima porque trabajaba en la misma panadería que su sobrina y también porque su hermano, al que ha acusado de matar a «un familiar» suyo, lo hacía en la empresa de su exmujer. Al parecer la vió el primer día de trabajo de su sobrina a la que él acompañó porque no sabía español, pero no entablaron conversación, y sí lo hizo con la hermana de la víctima.
El acusado, a continuación, a preguntas de su abogado, ya que ha rehusado contestar a las de la acusación particular y a las de la acusación popular, esta última ejercida por la asociación Clara Campoamor, ha confesado los hechos de los que se le acusan. «Sí, lo confieso. Qué puedo decir, no me acuerdo, pero confieso. No puedo engañar a la justicia, ni a los exámenes», ha afirmado.
«No puedo negarlo. Lo reconozco», ha insistido, cuando el letrado le ha preguntado por las pruebas (el sémen encontrado en la víctima y sus huellas). El acusado ha indicado que acudió a buscar al hermano de la víctima a su domicilio, en el que ella vivía también con su cuñada y sobrinos, que estaban de vacaciones en Rumanía en ese momento.
«COMO UNA MIERDA»
El presunto violador ha reconocido que se ha «sentido muy mal, como una mierda». «Estoy más que arrepentido, lo siento mucho», ha afirmado, para añadir que «ella no tenía nada de culpa, ni nada que ver con esta historia». Además, ha asegurado que no tiene dinero con el que indemnizarla pero ha jurado «indemnizar hasta el último céntimo de o que le ponga el fiscal», cuando trabaje.
Por su parte, la víctima, que ha declarado a través de un circuito cerrado, ha recordado como el día de los hechos al ir a salir de casa para ir a trabajar, sobre las dos de la madrugada, «un hombre con un trapo grande muy mojado se abalanzó encima». «Estaba detrás, cogiéndome con su brazo por el abdomen y no podía hacer mucha cosa», ha señalado.
La mujer, también de origen rumano, ha explicado que chilló para alertar a los vecinos, pero el olor del trapo «era muy fuerte» y no podía respirar. «Le pedí que me dejara en español, no sabía en qué idioma hablar, hasta que perdí el sentido», ha relatado. «Intenté escapar pero el líquido no me dejaba», ha afirmado. También intentó tirarse al suelo pero él seguía sujetándola «fuertemente». «Era más fuerte que yo», ha reconocido.
Según ha contado, cuando despertó estaba en el cuarto de su hermano y sólo vió «unas botas negras». Se movió y el agresor le volvió a poner el trapo mojado en la cara. «No recuerdo nada, no vi nada», ha señalado. Se despertó una segunda vez y sintió que le quitaban los calcetines, pero tampoco pudo moverse y volvió a perder el conocimiento. Una tercera vez se despertó al escuchar que le llamaban por teléfono. «Estaba sola en la habitación, con los pantalones bajados enganchados a una pierna, tenía camiseta, sujetador y bragas», ha detallado.
La víctima ha explicado que cogió el teléfono y era su compañero de trabajo al que intentó explicar lo ocurrido pero «tenía la boca hinchada y no podía hablar». «Había mucha sangre en el suelo», ha apuntado la víctima. «Le dije que un hombre me violó y me pasó a mi compañera porque no me entendía, empezamos a hablar en rumano y le conté que alguien me había violado», ha detallado.
«Ella creo que llamó a mi exjefe y a la ertzaina», ha indicado, para añadir que vomitó «mucho» y de nuevo se quedó «inconsciente». «Después llegaron los médicos y me dijeron que no me durmiera hasta estar en el hospital», ha relatado.
Según ha señalado, aunque no vió en ningún momento al agresor, que no pronunció ninguna palabra, sintió que «era más alto» que ella y «con un abrigo gordo o barriga, un hombre bien hecho». La víctima ha explicado que «de día está mejor que antes», pero tíene «días muy malos, que no me soporto ni a mí misma». «A veces pienso que si me hubiera dormido, no hubiera pasado», ha relatado.
«VIDA DESTROZADA»
Además, ha confesado que no es capaz de salir sola a la calle de noche y cuando cierra los ojos piensa «que hay un hombre ahí». «Esta noche me pasó, mi mente no lo puede evitar», ha añadido, al tiempo que ha lamentado sentirse «una carga» para su familia, ya que no puede estar sola. También ha recordado que tras la agresión tuvo «la cara lesionada, como quemada». «Mi cuñada me dijo que fuera al dermatólogo, pero no me importaba mi cara, mi vida estaba destrozada», ha lamentado.
Asimismo, ha contado que ya no puede trabajar de noche, volver a su empleo, que le «encantaba». «Hago algunas cosas, con mi cuñada, limpiezas o así pero no puedo regresar a mi trabajo». «No tengo amigos. Me siento mal, no me puedo integrar. Pienso que me van a atacar», ha reiterado.
Por su parte, la hermana y el hermano de la víctima, muy afectado y al que el acusado ha querido dirigirse pidiéndole la jueza que guardara silencio, han afirmado también que la víctima «no puede estar sola». «Antes tenía amigos, una vida normal, ahora no, no tiene nada», ha denunciado su hermano. Respecto al acusado, el hermano de la víctima ha indicado que era su «jefe», con el que trabajó unos dos años, y «nunca» lo vió «muy borracho o que no recordara cosas».
La exmujer del acusado, al que conoció en 2007 y con el que llevaba «13 años», ha señalado que tiene dos hijas y «una empresa», por lo que «no estaba todo el día encima» de lo que hacía su exmarido, del que desconoce si consumía drogas o tomaba alguna medicación. Sí que ha reconocido que era «agresivo, con cambios de humor».
Finalmente, la sobrina del acusado ha afirmado que tiene buena relación con su tío, que «no se olvidaba de nada, no tenía lagunas» y al que no ve «capaz» de cometer el delito del que se le acusa. El juicio seguirá este martes con la declaración de varios testigos y dos agentes de la Ertzaintza.