En invierno no hay nada que siente mejor por la mañana que un buen café caliente. Los datos lo demuestran; en nuestro país el 63% de las personas mayores de 15 años toman como mínimo una taza al día. De media un español toma 3,6 cafés cada día de diario. Te despierta completamente cuando tienes que trabajar, te hace entrar en calor con el frío y, además, es un antidepresivo natural. No le puedes pedir nada más.
Existen múltiples formas de prepararlo, diversas variedades de grano y muchas otras sustancias con la que puedes mezclarlo para potenciar o camuflar su sabor, según la intención. Sin embargo, de lo que menos se habla es de la temperatura a la que debe estar el café a la hora de consumirlo. Se trata de un aspecto bastante interesante si eres cafetero y es en lo que se va a centrar el artículo, amén de comentar brevemente otros detalles acerca de esta bebida.
2Expansión al resto del mundo
El consumo de café rápidamente se empezó a propagar por el resto de países del mundo árabe. También, un poco después, llegó a otros territorios del ámbito islámico, como Persia o Turquía. Se generó una polémica durante estos primeros años que enfrentaba el café y la fe mahometana. Hubo muchos imanes que abogaron por su prohibición. No obstante, al final acabo naturalizándose hasta quedar extremadamente arraigado en las hábitos y costumbres de los países musulmanes.
Cuando a los mercaderes venecianos lo trajeron a Europa en el siglo XVII, hubo, igualmente, conatos de impedir su distribución y consumo. Procedían mayoritariamente de sectores más puritanos de la religión protestante y resultaron totalmente infructuosos, salvo breves excepciones. Así, se empezaron a establecer cafeterías en las principales ciudades del continente europeo y, también, de las colonias americanas.