Los pescadores de la flota de Tazacorte, al oeste de La Palma, tienen sus barcos amarrados prácticamente desde que arrancó la erupción volcánica en Cumbre Vieja y pese a su finalización hace cinco días, aún tendrán que esperar para volver a la actividad.
«La situación es la misma, el cambio no es de un día para otro, se necesitará un mes o dos meses, con suerte, a ver si a mediados de enero se puede reactivar la cosa», señala David Pavón, presidente de la Federación Regional de Cofradías de Pescadores de Canarias.
Así, sostiene que ahora se tendrá que hacer un estudio de impacto sobre la fauna marina para ver en qué condiciones está y si se permite la vuelta de la actividad pesquera, que en todo caso, será mucho antes a lo que ocurrió en El Hierro.
Así, una vez acabada la erupción submarina en La Restinga se optó por un año de veda para asegurar la reproducción de las especies –en un tercio de la isla murió la fauna–.
Pavón valora, no obstante, que ante este parón de actividad, que se prolonga durante más de tres meses, las ayudas ya hayan empezado a abonarse en un paquete de 13,5 millones para todo el sector primario de la isla afectado por el volcán.
«No todas porque siempre hay algún expediente con errores y el trámite es más largo, pero muchos marineros, la gran mayoría, ya la han cobrado», señala, destacando la eficacia de la gestión administrativa a través de los listados de la cofradía.
Cara al futuro indica que «es muy positivo» que haya terminado «la incertidumbre del volcán» porque hizo «muchísimo daño» en el aspecto mental porque los pescadores no sabían «a qué se estaban enfrentando» ni cuanto iba a durar por lo que tras la finalización del volcán ya puede empezar la planificación para reactivarse.
«Ahora toca evaluar daños y ver en qué condiciones se reemprende», indica, poniendo como ejemplo el caso del patrón mayor de la cofradía palmera, que perdió su vivienda y la finca familiar en el barrio de El Paraíso y también todos los amaños, que los guardaba en su casa. «Solo le quedó el barco», destaca.
Pavón admite que hay más pescadores «que lo han perdido todo» y en esas condiciones «es muy difícil reactivarse», hasta el punto de que «se te pasa por la cabeza dejar la actividad y buscar una nueva vida en otro sitio y en otro trabajo».
LA COFRADÍA: «UN VARAPALO IMPORTANTE»
Con una flota de algo más de 30 embarcaciones, el parón de la actividad pesquera en el oeste ha afectado también a la oferta hostelera si bien, como reconoce Pavón, la demanda de pescado en la comarca ha bajado porque muchos restaurantes están en la zona de exclusión.
No obstante, apunta que los consumidores de la isla han vuelto a confiar en el pescado local tras unas primeras semanas donde le dieron la espalda por un «bulo absurdo» que hablaba de contaminación de las especies.
Aparte de las ayudas y en que se amplíen las cuotas de pesca del atún, Pavón espera que también haya ayudas para soportar la estructura administrativa de la cofradía de Tazacorte, que ha sufrido un «varapalo importante», y «es el paraguas» del que dependen los pescadores para ejercer la actividad.
«Toca esperar a valorar daños y decidir adonde caminar y poco a poco ir reactivando todo el sistema», resume.