Cuando parecía que el COVID 19 estaba medianamente controlado, volvemos a tener nuevas olas y los más difícil de entender, es que este repunte sea porque la gente no se quiere vacunar.
En Europa se empezó a vacunar hace más o menos un año. Se trabajó contrarreloj por parte de los científicos para darnos una solución de vida y ahora nos encontramos con personas que se resisten a vacunarse. Los países con tasas bajas de vacunación, como Alemania (67,5% de inmunizados), Austria (64,1%) o Grecia (61,1%), encabezan la ofensiva, con un conjunto de normas que busca limitar al máximo las actividades sociales de las personas no vacunadas y que llega incluso a hacer obligatorio la vacuna para un creciente número de profesiones. La Comisión Europea insiste en que la prioridad debe ser inmunizar al mayor número posible de personas y elevar una tasa de vacunación que en estos momentos se sitúa en el 65,4% de la población europea —en España es del 79,2%—.
Todos los países más afectados se están teniendo que poner duros para solventar el problema, con el riesgo que supone que se puedan entender como normas autoritarias y por lo tanto muy poco populares.
La Unión Europea está presionando, pero no puede entrar país por país porque corre el riesgo también que le consideren que se está entrometiendo demasiado.
Austria, donde la epidemia avanza ya con picos de 15.000 contagios al día (un 50% más que hace un año), ha colocado en el punto de mira a los no vacunados y este viernes ha anunciado un confinamiento total durante 20 días a partir del próximo lunes. A partir del 13 de diciembre, el confinamiento solo seguirá vigente para las personas no vacunadas. Y en una decisión previsiblemente muy polémica, la vacuna pasará a ser obligatoria desde febrero de 2022.
El presidente francés, Emmanuel Macron, fue uno de los primeros en adoptar medidas para acelerar la tasa de vacunación. El pasado mes de julio, Macron anunció, entre otras cosas, la obligación de vacunarse a todos los trabajadores con un estrecho contacto con terceras personas. Y advirtió: “Debemos sopesar la cuestión de hacer obligatoria la vacuna para todo el mundo”.
El mensaje del presidente francés provocó una inmediata oleada de reservas para vacunarse, que rozaron el millón en las primeras horas después de su discurso. Hasta entonces, la campaña de vacunación había perdido impulso en Francia y el país llevaba nueve semanas con una tasa de vacunación por debajo de la media europea. Cinco semanas después, la tasa francesa superaba ya a la media y ahora se sitúa en un 69,1% de la población total, frente al 65,4% de la UE.
Italia estuvo desde el principio por encima de la media europea. Aun así, el Gobierno de Mario Draghi impuso severas obligaciones, como la de presentar el certificado COVID (que incluye la prueba de haber sido vacunado, haberse sometido a un test o haber superado la enfermedad) para poder acceder al puesto de trabajo, ya que, de no hacerlo, el trabajador puede perder el salario. La tasa de vacunación italiana roza el 73% de la población total, una de las más elevadas de la UE, solo por detrás de España, Portugal, Bélgica, Dinamarca, Irlanda y Malta, según los datos del Centro Europeo de Control y Prevención de Enfermedades.
La dureza de París y Roma eran hasta hace poco la nota excepcional en unas campañas que habían apostado por la persuasión y la propagación de las vacunas ante sus evidentes ventajas. Varios países, en particular Alemania, también habían abogado por mantener el carácter voluntario del pinchazo y se resistieron incluso a introducir el certificado COVID por temor a que se interpretara como una vía indirecta de imponer la vacunación.
Alemania, situación muy preocupante en una sociedad referente
Pero la cuarta ola que se cierne sobre Alemania ha hecho que incluso Berlín se aleje de su tolerancia con los no vacunados. El Gobierno saliente de Angela Merkel y las autoridades regionales prevén armonizar la llamada regla 2G, que hace que solo los vacunados y quienes han pasado la enfermedad puedan hacer vida social sin restricciones.
La norma se activará en función de la tasa de hospitalización que tenga cada territorio. Por encima de un umbral determinado, se aplicará una norma aún más estricta, llamada 2G plus: vacunados y recuperados deberán presentar además una prueba de coronavirus negativa para acceder a locales e instalaciones públicas.
Las autoridades alemanas también han anunciado la obligatoriedad de la vacunación para quienes trabajan con personas vulnerables, como sanitarios y empleados en residencias de mayores. La decisión tiene que ser aprobada por el Bundestag, el Parlamento alemán. Y no se descarta que sea necesario un confinamiento como el de Austria.
Unas restricciones similares se han decretado en Grecia, donde el gobierno conservador de Kyriakos Mitsotakis ha anunciado este viernes que a partir del próximo lunes se prohibirá la entrada en museos, cines o gimnasios a las personas sin vacunar.
Perseguir a los no vacunados coincide con un repunte casi generalizado del número de contagios, un alza pronosticada ya por los expertos y que se atribuye tanto a la bajada de temperaturas durante el invierno como a la relajación de las medidas de protección a medida que se ralentizaba la propagación del virus.
No estamos en una situación parecida a la primera ola del Covid19 pero no pinta bien y los gobernantes no quieren que se repitan situaciones anteriores por la irresponsabilidad de una parte de la población.
Los datos científicos muestran que las vacunas son muy efectivas para evitar que el virus cause una grave enfermedad, la hospitalización o la muerte y la eficacia de las vacunas se mantiene muy elevada, hasta niveles del 80%.
Datos relevantes sobre los perfiles de vacunación
En España, el director del Centro de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, explicó que ninguna vacuna es obligatoria en España, pero espera que la responsabilidad de los ciudadanos ayude a solucionar la mayor crisis sanitaria de este siglo. Según el CIS de octubre, el porcentaje de población española que no se vacunaría inmediatamente (43,8%) supera al que sí lo haría (40,2%), aunque en los resultados de septiembre, los porcentajes estaban invertidos: un 44% favorable frente a un 40,3% que no.
En el porcentaje de población con respuesta negativa, parece que la palabra clave no es en sí la vacuna sino ponérsela inmediatamente. Muchos confían en la ciencia, pero muestran dudas respecto a los plazos y, sobre todo, temor a las reacciones adversas.
Todos esperamos que cuando se ponga de manifiesto la eficacia y la seguridad de los nuevos fármacos la vacunación irá aumentando, pero Pfizer y Moderna han levantado suspicacias de que la carrera comercial no esté por encima de la seguridad.
Otro dato interesante es por sexos, según el CIS, un 47% de las mujeres no se vacunarían inmediatamente, frente a un 40% de hombres que no lo haría. Y mayor es la diferencia en la respuesta afirmativa a la vacunación: un 46%,9 de los hombres se muestran dispuestos frente a solo un 33,9% de las mujeres.
Respecto a la edad, el CIS mostraba que el rechazo a la vacunación inmediata es mayor en las franjas entre 25 y 35 años (57%) y 45 a 54 (50%), mientras que, en la población de más de 65 años, la más vulnerable, solo el 31,3% la rechaza. Curiosamente, la segunda franja con menos rechazo es la más joven, entre 18 a 24 años (el 45,7%).
Por el nivel de estudios se muestra una mayor aceptación de la vacunación inmediata (un 60%) en la población sin ningún tipo de estudios que en la población con estudios universitarios (solo el 38,8%).Y por último según el CIS, la ideología determina también la tendencia de la respuesta. Así, la población que se auto ubica como izquierda es más proclive a vacunarse que a no hacerlo, mientras que en la población que se considera de derechas existe un mayor porcentaje que preferiría no vacunarse.
Y, entrando al detalle del recuerdo de voto de noviembre de 2019, los votantes de Más País son los más proclives a la vacunación (un 51,9%), seguidos del PSOE (49%), PNV (46,4%), Unidas Podemos (46,1%), PP (42,6%). Con porcentajes de aceptación ya muy bajos se encuentran Ciudadanos (36%), ERC (29%), VOX (26,8%), JxCat (24%,2) y EH Bildu (22,2%).
El egoísmo inmoral
Decía Amós García Rojas, presidente de la Asociación Española de Vacunología, “la alternativa a no vacunar es el dolor, el sufrimiento y los fallecimientos. Y caer en todo esto por temor a un posible, remoto y leve efecto secundario es muy poco solidario. No tengo ninguna duda. Me voy a poner en primera fila para recibir la vacuna”.
Cuando alguien dice que una persona es egoísta, no dudamos en pensar que es algo negativo, quiere decir que esa persona presta demasiada atención a sus propios deseos, necesidades y bienestar mientras no tiene en cuenta a los demás. Las conductas egoístas se describen como inmorales, una buena persona piensa en los otros primero. Según algunos expertos, el comportamiento egoísta no es solo inmoral sino también negativo para el bienestar propio, de acuerdo con el proverbio chino “si quieres ser feliz en tu vida, ayuda a alguien”.
Yo creo que el egoísmo en este caso es malo tanto para la persona egoísta como para el resto de la sociedad. El egoísta piensa que es bueno para él no vacunarse e incluso que es más listo que el resto, pero no es así, porque tiene consecuencias negativas para ella misma. Además, quizás esa forma de actuar en el futuro se vuelva contra él.
El Covid19 nos ha dejado muchas secuelas de dolor y tristeza. Ese fantasma no se ha marchado y sigue en nuestras calles, o lo afrontamos todos unidos o nos seguirá golpeando. Dicen los expertos que si no se toman las medidas necesarias podrían morir, solo en EEUU por ejemplo, 600.000 personas en los próximos meses por la enfermedad.
La solidaridad es la base de todas las sociedades, es un sentimiento de unidad que nos mueve a dar sin esperar recibir nada a cambio. Se trata de la base de muchos valores humanos que hemos adquirido desde la infancia y que conjugan aquello que somos: lealtad, compañerismo, empatía, amistad, amor, respeto…
Decía Marco Aurelio “Hemos nacido para colaborar, al igual que los pies, las manos, los párpados, las hileras de dientes, superiores e inferiores. Obrar, pues, como adversarios los unos de los otros son contrario a la naturaleza.”. Y en este caso, además, decir no, lleva consigo muchas pérdidas humanas.