Greenpeace ha destacado la «tensión» de este sábado en las negociaciones dado que el nuevo borrador para alcanzar un acuerdo en la Cumbre del Clima que se celebra en Glasgow (Reino Unido) sigue sin satisfacer a todas las partes, ya que por un lado debilita aún más el lenguaje de exigencia del fin de los combustibles fósiles y los países vulnerables consideran un chiste el mecanismo que se propone para la financiación de pérdidas y daños.
Juan Pablo Osorio, el jefe de la delegación de Greenpeace en las negociaciones de la XXVI Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Cambio Climático de la ONU (COP26) que se celebra en la ciudad escocesa, ha explicado este sábado que este va a ser un plenario «histórico», ya que la Presidencia quiere someter a votación el acuerdo en su conjunto. De ese modo, los países tendrán que aceptar o rechazar el texto, en una suerte de todo o nada.
Osorio critica que el lenguaje en términos de combustibles fósiles «se hace más débil» en el nuevo borrador respecto al que ya generó controversia por su laxitud este viernes ya que se queda en «aceleración» en la salida del carbón y en los subsidios a combustibles fósiles.
«Habla de acelerar esfuerzos, no dice que haya que lograrlo», comenta el observador que afirma que esto supone debilitar esa exigencia ya que el texto de negociación mantiene el carbón no abatido y los subsidios a combustibles fósiles ineficientes, lo que no incluye a todos los subsidios.
No obstante destaca como positivo que la nueva versión mantenga la parte que pide a los Gobiernos a regresar el próximo año con mejores medidas de cambio climático en los planes de mitigación, lo que se refiere a las contribuciones determinadas a nivel nacional (NDC, en inglés).
«Eso es bueno», admite, igual que el fortalecimiento de las referencias al objetivo de limitar el incremento global de temperatura a 1.5 grados centígrados.
Por otro lado, ve positivo que este sábado se fortalece también las cuestiones de adaptación al cambio climático en el sentido de evitar una doble contabilidad.
«Lo que yo creo que queda pendiente y que va a definir si hay acuerdo o no es la parte de pérdidas y daños», analiza Osorio porque mientras los países en desarrollo quieren tener una entidad con personalidad para el escrutinio de este mecanismo, lo que se propone es un «diálogo», algo que para los países pobres supone «un chiste».
En cuanto al desarrollo de los mercados de carbono, que se recoge en el artículo 6 del Acuerdo del Clima de París de 2015, para Greenpeace el borrador de Glasgow «evade lo peor». No obstante, señala que la versión de este sábado es «algo mejor» porque ya no se cuentan dos veces las emisiones entre países y sector privado de modo que «empieza a cerrarse un poco la doble contabilidad de las emisiones».
Por otro lado, celebra que sí se ha acordado una plantilla sobre como informar de la transparencia de los países para informar de sus avances en la acción climática y que finalmente la revisión de las contribuciones determinadas a nivel nacional (NDC, por sus siglas en inglés), finalmente cubrirán periodos de cinco años. De ese modo, en 2022 las partes deberán establecer sus medidas para el periodo 2020 a 2030, pero en 2025 habrán de informar de sus planes de acción climática para el periodo 2030 a 2035.
Entre los países más reticentes a sellar un acuerdo en Glasgow, Osorio apunta a Arabia Saudí, China o Brasil, entre otros que han buscado incluso «cortar» del texto toda la parte de mitigación mientras, y a los países en desarrollo que califican de «chiste» el diálogo que se les propone en materia de pérdidas y daños.