- Silk, un restaurante ubicado en La Moraleja, ha conseguido reinventarse a sí mismo tras sufrir el azote de la pandemia y el temporal Filomena.
- Se ha convertido en un espacio de economía colaborativa, a modo de “Casadecor”. Ellos exponen sus productos, de moda que la gente puede experimentarlos y vivirlos.
Cuando en 2017, el empresario Cipri Quintás escribió ‘El libro del networking’, quizá todavía no era consciente de lo mucho que sus propios consejos iban a impactar en Silk, el restaurante que dirige con una sonrisa y un entusiasmo desbordante. En su libro, asegura que practicar el networking con corazón, desde la bondad, la empatía y la generosidad abre las puertas del éxito. Y en su caso, esta premisa se cumple.
La suya, y la de sus inseparables socios José Luis Alonso y Román Mosteiro , es una historia de superación, sacrificio y confianza en la ayuda que los demás pueden prestarte para seguir adelante. Comienza, como la de muchos hosteleros, con el duro varapalo que este sector sufrió con la crisis del Covid. Tras meses cerrados, Silk, un restaurante de La Moraleja (Alcobendas) que apuesta por la comida internacional con una gran influencia asiática, decidió reabrir sus puertas el diciembre pasado. Cuando creían que las cosas, al fin, iban a mejorar, una nueva desgracia azotó su negocio. Por culpa de las fuertes nevadas del temporal Filomena, su local quedó inundado y prácticamente destrozado.
Siempre con la vista puesta en el futuro
“Teníamos dos opciones, caer para adelante o caer para atrás. Si caes para atrás te rompes la nuca, si caes hacía adelante te rompes la nariz… pero avanzas. Siempre existe, además, la posibilidad de poner la mano antes de caer y no romperte nada. Eso fue lo que decidimos”, ilustra Cipri Quintás. Y ahí es cuando su idea de networking empezó a hacer su magia. Sus empleados, que para ellos son sus compañeros, todos, arrimaron el hombro y comenzaron a ayudar con la reparación del local. Muchos no habían cogido una broncha en su vida, otros, quizá, no eran los más duchos en la materia, pero sobraba el entusiasmo y la buena voluntad.
En medio de esa vorágine hizo también su aparición Pablo García Bodaño de Tattoo Contract, una empresa dedicada a la equipación de todo tipo de espacios. Le propuso una idea innovadora para transformar su Silk: ir más allá y que se convirtiera, también, en un espacio de economía colaborativa, a modo de “Casadecor”. Su idea era simple, ellos exponen sus productos, pero no como en un museo, sino como en un lugar abierto en el que la gente puede experimentarlos y vivirlos. “La idea es que la gente pueda ver de primera mano que este sillón es cómodo, que tal material es resistente, que queda bonito… una experiencia real”, continúa Román Mosteiro.
Un showroom en el que pasan cosas
Nueve meses más tarde, Silk ha reaparecido con las fuerzas renovadas. A modo de showroom, se divide en varios espacios. El primero de ellos, la zona central, es ampliamente polivalente. La parte de la barra, en la que se puede tomar desde un café a una copa por la noche, está rodeada de sofás de distintos estilos para relajarse y disfrutar de la velada con la música siempre presente, tanto de un gran piano para actuaciones en directo como de un dj. Y es que la música, como no podía ser de otro modo teniendo Mosteiro un disco en el mercado, es una protagonista indiscutible en Silk.
Como contraposición, la parte del fondo está pensada para reuniones de trabajo. Tanto es así que incluso cuenta con una cabina en la que poder realizar videollamadas con total intimidad. El segundo de los espacios es la discoteca, aunque se puede adaptar perfectamente a otras actividades, como cursos de formación de empresas o actividades de grupo.
Gente SILK
Por otro lado, se encuentra Le Club, una zona íntima y reservada dedicada para sus clientes más exclusivos. Pero no necesariamente es gente famosa. Demostrando, una vez más, que están dispuestos a romper todos los moldes, quienes accedan a este espacio serán aquellos que fomenten los valores SILK, esto es, personas Solidarias, Innovadoras, Liberales y con buen Karma. En este reservado de 80 metros cuadrados, uno de los más grandes que se pueden encontrar en Madrid, se pueden hacer eventos, cenas privadas, consejos de administración… Además, Silk cuenta con 800 metros cuadrados de zonas al aire libre, que se dividen en una maravillosa terraza, en la que también se puede disfrutar de los platos del restaurante, y un jardín, ideal para tomar una copa y realizar eventos, como conciertos, clases de salsa, fiestas…
Por último, y como una de las joyas de la corona, está el restaurante. Con Salvador García como chef ejecutivo al mando de un gran equipo de cocina, han ido evolucionando en sus 18 años de historia. “Venimos de ser restaurante asiático, como tailandés y coreano. Poco a poco, fuimos incorporando la comida japonesa. En 2012, apostamos por incorporar platos españoles. Desde ahí hemos evolucionando, y con este nuevo cambio hemos decidido potenciar la parte asiática, pero con una visión muy internacional. Tenemos una cocida muy basada en el wok y en la brasa, donde, por ejemplo, te puedes encontrar un solomillo tradicional español con un acompañamiento asiático. Hay que destacar que todas las recetas son nuestras, por lo que la experiencia hay que vivirla aquí”, destaca Román Mosteiro.
Cocina internacional con toques asiáticos
Entre sus manjares, destacan entrantes como el Nigiri de Salmón Flameado al Bourbon de Kentucky; el pulpo braseado sobre carbón de coco y roble eco, con patatas baby asadas, mojo picante al curry rojo thai y con un huevo a 64ºC o el Pad Thai Koong. Además, entre sus pescados es imprescindible probar su tartar de salmón salvaje, con aliño de lima, mostaza y salsa kabayaki, y acompañado con mango, aguacate, flores de cultivo y perlas de curry. Un plato sorprendente que se presenta envuelto en una ‘misteriosa’ bruma marina.
La costilla de vaca confitada durante más de 12 horas a baja temperatura, glaseada con salsa de ajos caramelizados en miel y unagi, acompañada con tempura de boniato especiado es uno de los platos más aclamados de Silk, mientras que sus rollitos crujientes rellenos de chocolate belga fundido con helado de vainilla bio de Madagascar harán las delicias de los más golosos.
Con espíritu solidario
Pero la oferta gastronómica no se limita a la alta calidad de su propuesta. En un entorno digital, en el que las redes sociales inundan cada espacio de nuestra vida, han conseguido convertir sus platos en una experiencia en sí misma, en la que juegan con colores, texturas, hielo seco… para que cada menú sea único.
De esta manera, Silk se ha convertido en un espacio que aúna innovación, con solidaridad. Así llevan 18 años realizando entre 12 y 14 evento solidarios al año llamados “Ayudar es divertido”, en el que el 100% de la recaudación va destinado a una causa social.
Un ejemplo de lucha y ayuda
Silk es un ejemplo de constancia, de lucha. “Somos ejemplo porque lo hemos hecho, pero también de vulnerabilidad: hemos pedido ayuda y nos la han dado. El camino no ha sido fácil, pero todos hemos empujado en la misma dirección para reinventarnos. Al final, lo importante, nuestra misión, es hacer feliz a las personas. La gente, en momentos de oscuridad, también se pone de frente, pero eso se consigue si has sembrado y ayudado a los demás”, explica Cipri Quintás.
Gracias, como insisten sus socios, a sus empleados, amigos, proveedores… han salido adelante y conseguido una experiencia 360º, en el que trabajo, ocio, conciertos, cultura, gastronomía, solidaridad y diversión confluyen en un mismo lugar. Y es que, como dice su lema: “Aquí pasan cosas”.