Los problemas cognitivos a largo plazo tras un diagnóstico de COVID-19 pueden ser consecuencia de la fatiga y no de cambios patológicos en el cerebro, según un estudio publicado en la revista ‘The Journal of Nuclear Medicine’.
Un análisis de las pruebas neuropsicológicas y de las imágenes PET con 18F-FDG demostró que se observaban pocas o ninguna alteración objetiva en la cognición y la patología cerebral de los pacientes con COVID de larga duración; sin embargo, muchos del grupo sufrían quejas subjetivas como fatiga severa.
El término COVID-19 persistente se utiliza para describir los síntomas que surgen tras una infección por COVID-19 (normalmente definidos como presentes después de 12 semanas tras la infección), incluyendo déficits cognitivos (como niebla cerebral, pérdida de memoria y problemas de atención) así como fatiga y agotamiento. Se desconoce la causa subyacente de estos síntomas.
Estudios publicados anteriormente mostraron que los pacientes que necesitan tratamiento hospitalario debido a la COVID-19 recién diagnosticada tienen un metabolismo de la glucosa reducido en el cerebro, lo que se asocia con el deterioro de la función cognitiva. Para evaluar si los pacientes que sufren COVID de larga duración experimentan déficits similares, los investigadores realizaron pruebas neuropsicológicas e imágenes PET de 18F-FDG cerebrales.
En el estudio se incluyeron 31 pacientes que solicitaron asesoramiento por síntomas neurocognitivos persistentes. Los pacientes participaron en una batería de pruebas neuropsicológicas y los resultados se analizaron para determinar los niveles de deterioro cognitivo. La media de los resultados de las pruebas del grupo no mostró ningún deterioro. Sin embargo, se observaron déficits leves en algunos pacientes a nivel de sujeto único, principalmente en lo que respecta a la memoria visual.
Se recomendó la realización de imágenes PET con 18F-FDG a todos los pacientes que recibieron asesoramiento, y 14 de los 31 pacientes procedieron a ello. La evaluación clínica del escáner de cada paciente no reveló hallazgos patológicos distintos ni diagnósticos alternativos. Cuando se compararon las exploraciones con las de un grupo de control, no se observaron diferencias significativas.
La ausencia de hallazgos significativos en las exploraciones PET con 18F-FDG y las deficiencias leves en las pruebas neuropsicológicas contrastan con la discapacidad grave y duradera que declaran los pacientes.
La fatiga, sin embargo, fue particularmente prevalente en el grupo, reportada por el 61 por ciento de los participantes del estudio. La fatiga suele seguir a las infecciones víricas y a la inflamación, y se ha relacionado con los procesos inmunitarios y con el síndrome de fatiga crónica en COVID largo.
«Esto sugiere que la fatiga, y no la disfunción regional del cerebro, puede ser la responsable de muchos síntomas de la COVID-19 persistente», concluyeron los investigadores.