La guionista y directora Clara Roquet ha regresado este sábado a la 66ª Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci) para inaugurar el festival que vio nacer a su ópera prima ‘Libertad’, que surge del corto ‘El adiós’, ganador de la Espiga de Oro en 2015.
«Es increíble, es el lugar perfecto», ha reconocido Roquet en una entrevista, quien ha recordado lo «importante» que fue este premio para su posterior trayectoria: «Nos dio un empujón; es un festival que nos ha cuidado muchísimo desde el principio y tiene mucho sentido estar aquí inaugurando».
Roquet, artífice de los guiones de ‘10.000 Km’ o ‘Petra’, entre otros, y directora de cortometrajes entre los que destacan ‘El adiós’ o ‘Les bones nenes’, reconoce que existe «mucha más presión» cuando escribe para una película que va a dirigir ella misma y también «mucha menos objetividad».
«Escribir para otra gente me resulta mucho más fácil porque enseguida se por dónde hay que ir pero la mía propia a veces me pierde, pero he tenido la suerte de contar con muchos buenos amigos y colaboradores que me han ayudado a mantener la objetividad», ha explicado.
Así, Roquet ha pasado de «ayudar a contar la historias de otros» a dar su propia versión del mundo, lo que supone una presión «muy grande» que le hace preguntarse si lo que tiene que decir le importará a la gente. Ahora, comenta, ha generado «mucha más simpatía con los procesos de los directores».
En ‘Libertad’ Roquet mantiene la predilección por los silencios en sus guiones, un recurso del que se vale para enaltecer las imágenes: «El cine tiene una capacidad maravillosa de narrar sin palabras que es lo que le hace tan específico, por lo que para aprovechar al máximo las capacidades expresivas del cine se apoya más en el montaje, en el tiempo y en la textura de la imagen y no tanto en los diálogos».
Un verano en la Costa Brava es el escenario en el que se presenta a los Vidal, que pasan las últimas vacaciones en la casa familiar con la abuela Ángela, quien sufre Alzheimer avanzado. Por primera vez en su vida, Nora, su nieta, siente que no encuentra su lugar: los juegos de niños le parecen ridículos y las conversaciones de los adultos todavía le van grandes. Pero todo cambia con la llegada de Libertad, la hija de Rosana, inmigrante colombiana que cuida a su abuela.
Estos son los ingredientes de los que se ha valido la realizadora para crear un filme que, si bien amplía el universo de ‘El adiós’, funciona, por su cronología en la historia, más bien como un ‘flashback’ del cortometraje, al tiempo que evoca al cine contemplativo de otras directoras contemporáneas como Lucrecia Martel –con sus referencias a ‘La ciénaga’– Alice Rohrwacher o Céline Sciamma.
Con un reparto eminentemente femenino, ‘Libertad’ quiere abrir la pregunta de si la amistad, la empatía, las emociones y el amor son capaces de vencer las relaciones de clase. Así, a través de los personajes de Nora y Libertad, Roquet se aproxima a los conflictos identitarios, a la interacción entre diferentes estratos sociales y la conciencia de privilegio, dejando abierto cómo el personaje de Nora se va a posicionar ante lo vivido y por cómo ha calado en ella Libertad.
Aunque Roquet busca huir de etiquetas como la de ‘cine femenino’, abraza su mirada como mujer directora pero invita a toda clase de públicos a ver ‘Libertad’: «Me gustaría creer que hago cine para todo el mundo pero la gran reivindicación que nos toca hacer ahora a las mujeres es la de tener acceso a películas de presupuesto más grande. Tenemos que luchar por hacer más películas de acción, de género, de superhéroes… porque aún hay cierta percepción de que no podemos».
Cuando empezó, confiesa que no tenía muchos referentes femeninos, razón por la que cree que no se planteó la dirección de entrada, pero se alegra de que hoy en día resulte «muy normal que una mujer dirija y gane premios» porque «tener un referente es muy importante».