A la hora de comer unas costillas, pocos placeres en la vida se comparan con el que se experimenta al de poder saborear en cada bocado, la carne más jugosa y tierna sin necesidad de halar y luchar para desprenderla del hueso.
Mientras que la peor experiencia es tener que luchar para despegar del hueso el trozo de carne que se desea degustar; y peor aún resulta, cuando la carne que finalmente degustas es dura y seca. Si quieres disfrutar de una textura exquisita, una jugosidad alucinante y una consistencia perfecta que se desprende sola para que puedas comerla, tienes que mirar lo que voy a contarte para que puedas lograrla.
9No apagues el horno
Una vez transcurridas las dos horas de cocción, retira las costillas del horno y con sumo cuidado escurre el líquido que se liberó. Conserva este líquido en un envase y desecha el papel de aluminio. No apagues el horno, pues falta dar la cocción final.
Sube la temperatura a 260° C solo si las costillas están tiernas, para comprobarlo intenta introducir un palillo. Si todavía está un poco dura, llévalas nuevamente al horno con la carne hacia arriba y cocina hasta que estén bien tiernas.