Investigadores españoles han descubierto una nueva vía de señalización celular clave en el abordaje del gigantismo, una enfermedad rara y altamente incapacitante provocada por la secreción excesiva de la hormona del crecimiento (GH) durante la niñez, y originada, a su vez, por un tumor no canceroso en la glándula hipófisis.
Si la afección se manifiesta después del fin de la pubertad, una vez se ha dado un crecimiento óseo normal, se conoce como acromegalia. Su diagnóstico temprano es esencial para un adecuado abordaje terapéutico.
Ésta es la puerta que acaban de abrir investigadores del grupo Neoplasia y diferenciación endocrina del CiMUS de la USC, dirigidos por Clara Álvarez, en colaboración con el equipo de Márta Korbonits de la Universidad Queen Mary de Londres (QMUL) en Reino Unido, en el marco de un trabajo que comenzó hace ocho años y que ahora empieza a activar nuevas y esperanzadoras vías.
En Santiago de Compostela existe un grupo de referencia español en tumores hipofisarios, que reúne a expertos clínicos del CHUS dirigidos por el endocrinólogo Ignacio Bernabeu, el neurocirujano Arturo Serramito; e investigación traslacional, con Clara Álvarez, que pertenece también al Instituto de Investigación Sanitaria de Santiago de Compostela (IDIS).
Paso de gigante surgido de la casualidad El hallazgo, publicado en la revista ‘Oncogene’, demuestra la interacción genética RET-AIP, que hasta ahora se creía inexistente; y su trascendencia, ya que al verse alterada esta vía de señalización celular surge el tumor hipofisario causante del gigantismo.
Nadie conseguía explicar cómo los pacientes teniendo mutado AIP en todo el cuerpo, desarrollaban un tumor exclusivamente en la glándula hipófisis, una glándula del tamaño de un guisante que se encuentra en medio de la cabeza.
«La novedad extraordinariamente importante de nuestro trabajo es que, mientras estudios previos habían demostrado que la interacción entre RET y AIP tenía una relevancia funcional nula, nuestro estudio evidencia lo contrario: que su interacción es tan importante que cuando se altera, aparece el adenoma», explica la investigadora principal del CiMUS, Clara Álvarez, experta investigadora en tumores endocrinos y en el receptor RET.
«Hemos podido ver que en las personas normales existe un sistema de control perfectamente equilibrado entre muerte celular o supervivencia en la hipófisis por lo que crecemos lo suficiente, pero paramos de crecer. En los pacientes FIPA, se bloquea la interacción RET-AIP y no hay muerte celular, lo que hace que cada vez haya más células en la hipófisis y crecen sin parar», señala.
«Este conocimiento abre una ventana de posibilidades diagnósticas y terapéuticas posteriores», añade la experta, quien colabora con Márta Korbonits, endocrinóloga clínica experta mundial en gigantismo familiar debido a mutaciones heredadas del gen AIP, llamados pacientes FIPA.
Las células somatotropas de la hipófisis son las que producen la hormona de crecimiento (GH) durante toda la vida y tienen en su superficie el receptor RET. «Nuestros análisis explican el mecanismo específico de AIP en esta célula somatotropa. La señalización RET proporciona tejido y mecanismo tumorogénico específico para las somatropas relacionadas con la proteína AIP, que se expresa en todo el organismo y de la existe hoy en día poco conocimiento científico sobre su función en la hipófisis», apunta la primera autora de la publicación, Ángela R. García-Rendueles.
La glándula hipofisaria contiene cinco tipos diferentes de células endocrinas con células secretoras de la hormona del crecimiento (GH), las llamadas somatotropas, que contribuyen a aproximadamente el 50% de la glándula. En los pacientes FIPA, los tumores derivados de somatotropas por mutación del gen AIP producen un exceso de GH que conduce a gigantismo o acromegalia.
El exceso de GH y su hormona diana IGF-1 provoca agrandamiento de los órganos, deformación ósea y articular, hipertensión, diabetes y una reducción significativa de la esperanza de vida si no se trata.