La religiosa de las Hijas de la Caridad, médica y misionera en África desde hace más de 40 años, Mª Elisa Verdú, ha solicitado ayuda para poder equipar el Hospital Carmelo en Mozambique contra la pandemia.
Este centro, situado en la ciudad de Chokwe (provincia de Gaza, sur de Mozambique), tiene 135 camas de internamiento y consultas externas para 9.800 enfermos de sida, 1.500 tuberculosos y 2.000 con patologías crónicas con hipertensión, diabetes, cardiopatías y neumopatías, detalla el Arzobispado de Valencia.
La misionera, de 79 años y natural de la localidad alicantina de Alcoi, destaca que la ayuda de Manos Unidas permitió construir un nuevo edificio para tratar a los enfermos de COVID-19 para que pudieran estar en aislamiento, aunque falta el equipamiento como camas y colchones.
«En el hospital siempre tenemos necesidades y nuevos proyectos, como ahora mismo que nos gustaría montar una farmacia propia y así no tener que ir por medicamentos a la capital, Maputo, que se encuentra a cuatro horas de distancia», indica la religiosa, quien antes de partir a África trabajó como médico en el Hospital de la Antigua Fe de Valencia y en el psiquiátrico de Bétera cuando se fundó.
El centro hospitalario se encuentra dentro del sistema nacional de salud de Mozambique debido al tipo de patologías que trata, aunque las religiosas Hijas de la Caridad se encargan de su gestión. «La COVID desorganizó y desestructuró todo nuestro trabajo porque aumentaron mucho los contagios, sobre todo de la mutación sudafricana ya que mucha gente va a trabajar allí», explica la misionera.
Es más, recuerda que el confinamiento fue «prácticamente imposible» porque las casas son muy pequeñas y conviven muchos miembros de la misma familia, unido a que «la gente hace mucha vida en la calle».
Esta religiosa y otras diez integrantes de las Hijas de la Caridad trabajan en el hospital, centro de referencia nacional, se vieron contagiadas y afectadas por la enfermedad. «Lo pasamos bien porque nos atendieron adecuadamente. Eso es lo que queremos también para nuestros pacientes y por eso necesitamos esta ayuda para equipar el nuevo edificio», ruega la alcoyana.
El pasado mes de marzo empezó el proceso de vacunación a los sanitarios y «ahora parece que ya el diez por ciento de la población ya cuenta con vacunas, pero es muy difícil porque mucha gente no está ni censada».
La religiosa también recuerda las graves inundaciones que asolaron el país en 2000 y 2013, cuando la altura del agua llegó casi a los dos metros de altura. «En el año 2000, los enfermos subieron al campanario para protegerse. Desde la embajada española nos enviaron ayuda, pero no quisimos irnos y dejar a los enfermos allí que eran los que más lo necesitaban», asevera.
Para colaborar con donaciones a este proyecto, la Fundación Ad Gentes tiene números de cuenta en Bankia. Para más información se puede acudir a la sede de la fundación en la calle Avellanas 22 de València, en el teléfono 96 392 24 12 y el correo electrónico adgentes@fundacionadgentes.org.