El uso de la mascarilla, especialmente entre personas vulnerables, y la ventilación de los espacios cerrados son medidas que ha traído la pandemia de COVID-19 a nuestras vidas diarias y que han venido para quedarse, según los expertos que han participado en el tercer coloquio organizado por Philips Ibérica y la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR) dentro del Año SEPAR por la calidad del aire.
Bajo el título ‘Contaminación, infecciones respiratorias (COVID-19) y enfermedades del sueño’, el coloquio ha analizado cómo la contaminación y el cambio climático afectan a la salud de los ciudadanos, especialmente sobre su salud respiratoria y la calidad de su sueño.
«Tenemos la obligación de concienciar a la sociedad sobre la necesidad de seguir usando la mascarilla puntualmente, por ejemplo, ante picos de contaminación o en épocas de gripe, porque se ha demostrado que reduce su incidencia y evita las exacerbaciones en pacientes con enfermedades respiratorias», sostiene el presidente de SEPAR, el doctor Germán Peces-Barba.
En este sentido, el doctor Javier de Miguel, jefe de sección del Servicio de Neumología del Hospital General Universitario Gregorio Marañón, considera que la sociedad española «ha perdido el miedo y la vergüenza a llevar mascarilla en la calle».
Por su parte el doctor Francisco Sanz, neumólogo del Consorcio Hospital General de Valencia, pide a los profesionales médicos y las autoridades sanitarias que «sean valientes» y se atrevan a recomendar el uso de la mascarilla ante síntomas de enfermedad respiratoria. «Estamos en un momento de inflexión en la evolución de la pandemia de COVID-19, para bien o para mal, y no podemos relajarnos», considera este experto.
Según el doctor Sanz, la contaminación es un factor de riesgo inespecífico que puede afectar a cualquier persona. «La mayoría de las personas que viven en grandes ciudades están expuestas a niveles muy elevados de contaminación del aire que afectan a su salud y su calidad de vida», añade.
Para el doctor De Miguel la contaminación no solo afecta a las personas con patologías previas, también lo hace en las personas sanas, «que con el tiempo pueden acabar desarrollando asma, EPOC o incluso cáncer de pulmón».
«No estamos hablando de una exposición etérea, estamos hablando de recibir en nuestro organismo partículas contaminadas que suponen un riesgo para nuestra salud. Una atmósfera contaminada, con partículas en suspensión, facilita que el coronavirus viva más tiempo y se extienda más lejos», precisa el doctor Javier Sanz.
IMPACTO SOBRE LA CALIDAD DEL SUEÑO
Además, la contaminación provoca inflamación en las vías respiratorias superiores «y esto repercute sobre la calidad del sueño», continúa la doctora Olga Mediano, neumóloga y coordinadora de la Unidad del Sueño del Hospital Universitario de Guadalajara.
La doctora recuerda que el sueño es uno de los tres pilares básicos de la salud y la falta de sueño reparador no solo produce somnolencia y cansancio, sino que también puede derivar en problemas psicológicos como ansiedad y depresión, e incluso afectar al control de la presión arterial y derivar en enfermedades cardiovasculares.
Para Olga Mediano, el uso ocasional de la mascarilla, las medidas de ventilación y el uso de sistemas de purificación del aire pueden no ser suficientes y se impone la necesidad de un cambio profundo en el modelo de sociedad «si queremos protegernos de la contaminación y de los efectos del cambio climático».