Investigadores del Hospital General de Massachusetts y sus colegas del Brigham and Women’s Hospital, el MIT y la Universidad de Harvard (Estados Unidos) han publicado un artículo en la revista ‘Journal of Infectious Diseases’ que aporta datos adicionales sobre varias características del virus SARS-CoV-2 en niños.
Al estudiar a 110 niños de entre dos semanas y 21 años que dieron positivo en la prueba de COVID-19, los investigadores confirmaron sus hallazgos y los de otros grupos, según los cuales los bebés, los niños y los adolescentes son igualmente capaces de portar altos niveles de SARS-CoV-2 vivo y replicante en sus secreciones respiratorias.
Los autores demostraron que estos altos niveles de virus se corresponden con el virus vivo e infeccioso, y que los niveles son más altos al principio de la enfermedad, tanto en niños sintomáticos como asintomáticos. No encontraron ninguna correlación entre la edad de los niños y la cantidad de su carga viral.
«Se había planteado la cuestión de si la alta carga viral en los niños se correlacionaba con el virus vivo. Hemos podido dar una respuesta definitiva de que estas cargas virales elevadas son infecciosas», dice la doctora Lael Yonker, coprimera autora del trabajo.
También descubrieron que la carga viral no tenía correlación con la gravedad de la enfermedad en los propios niños, pero la preocupación sigue siendo para ellos y los que les rodean. «Los niños pueden ser portadores del virus e infectar a otras personas», apunta Yonker.
La mayoría de los niños son asintomáticos o solo ligeramente sintomáticos cuando desarrollan la COVID-19, lo que da la idea errónea de que los niños son menos infecciosos. El estudio de las características virológicas del SARS-CoV-2 en los niños con COVID-19, y de cómo la infección por SARS-CoV-2 difiere entre los niños y los adultos, es un componente esencial para establecer políticas de salud pública eficaces, no solo para garantizar la seguridad en la escuela, sino también para controlar la pandemia.
Como las variantes de COVID-19 siguen apareciendo, los niños infectados son potenciales «reservorios» para la evolución de nuevas variantes, así como potenciales propagadores de las variantes actuales, dice. «Los niños con COVID-19, aunque sean asintomáticos, son infecciosos y pueden albergar variantes de SARS-CoV-2. Las variantes podrían afectar tanto a la gravedad de la enfermedad como a la eficacia de las vacunas, como estamos viendo con la variante Delta. Cuando cultivamos el virus vivo, encontramos una gran variedad de variantes genéticas. Las nuevas variantes tienen el potencial de ser más contagiosas y también de enfermar más a los niños», añade Yonker.
Según el estudio, las cargas virales de los niños hospitalizados no eran diferentes de las encontradas en los adultos hospitalizados. Las pruebas citadas por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés) sugieren que, en comparación con los adultos, los niños «probablemente tienen cargas virales similares en su nasofaringe, tasas de infección secundaria similares y pueden contagiar el virus a otros».