En 1979 lanzaba Miguel Ríos su álbum «Los rockeros nunca mueren» en el había una canción titulada «Un caballo llamado muerte» escrita por el guitarrista Javier Vargas y el propio Miguel Ríos. Tenía como triste protagonista, a la heroína, que tuvo gran relevancia durante la España de la transición; fue generadora de marginalidad, inseguridad ciudadana y lo más grave, de muerte y frecuentes situaciones de desastre familiar. La letra decía: «No montes ese caballo, para pasar de la verdad, mira que su nombre es muerte, y que te enganchará. Es imposible domarlo, desconoce la amistad, es un caballo en la sangre, que te reventará. Por el camino del caballo, tendrás un espejismo, cuando te creas más libre, es cuando más cogido estás.»
Los años han pasado desde la transición y en este momento otro“caballo”trota por la sociedad para causar el mismo daño. La cocaína es una droga estimulante poderosamente adictiva hecha de las hojas de la planta de coca, nativa a Sudamérica. A veces se utiliza para propósitos válidos medicamente, como anestesia local para algunas cirugías, pero la cocaína es una droga ilegal. Como una droga de la calle, la cocaína se parece a un polvo fino blanco cristalino. Los distribuidores de la calle a veces la mezclan con otras cosas como almidón de maíz, polvo de talco o harina para aumentar las ganancias. Ellos también la mezclan con otras drogas como el estimulante la anfetamina.
Europa, desgraciadamente, se ha convertido en el epicentro del tráfico global de la cocaína. Este el resultado de una investigación realizada por InSight Crime y la Iniciativa Global contra el Crimen Organizado en 10 países, durante dos años, presentada este año en Roma. A pesar de que debido a las restricciones de la pandemia en Europa ha habido en casi un año pocas fiestas, el consumo de cocaína continuó porque los traficantes locales han innovado ofreciendo su entrega a domicilio a través de servicios de mensajería”.
Las últimas incautaciones de cocaína en Europa confirman un incremento de la oferta del alcaloide. En febrero de 2021, las autoridades de Alemania, Bélgica y Holanda reportaron el decomiso de 23 toneladas, la mayor cantidad de cocaína jamás confiscada en la Unión Europea. En ciudades como Hamburgo fueron descubiertas 16 y en Amberes 7,2 toneladas.
La droga en Hamburgo se hallaba oculta en un contenedor procedente de Paraguay, mientras la interceptada en Amberes había zarpado de Panamá. Los hallazgos según los investigadores son cada vez más frecuentes y voluminosos, también en puertos europeos de menor tamaño.
El valor de venta – alargada y por gramos – de 16 toneladas de las incautadas, por ejemplo, llegaría a tener un valor en la calle, entre los 1.800 millones y los 4.200 millones de dólares.
El hecho de que las drogas interceptadas por ejemplo en Alemania provinieran de Paraguay parece confirmar que las vías fluviales de ese país con Bolivia se han convertido en una ruta de transporte de narcóticos crucial en el trayecto hacia los puertos sobre el Atlántico. Gigantescas ganancias, múltiples vías, producción y criminales, un cóctel mortal.
Europa ya ha sustituido a Estados Unidos como mayor mercado del tráfico de cocaína. Las razones, según los investigadores están, por una parte, en el astronómico margen de ganancias que la cocaína ofrece en Europa, mientras en Estados Unidos los precios han seguido cayendo. La Oficina de Naciones Unidas para la Droga y el Delito (ONUDD) calculaba ya en 2017 que el precio al por mayor de un kilo de cocaína en Europa era de 41.731 dólares, mientras en Estados Unidos se cifraba en unos 28.000.
El consumo de cocaína en España acelera su escalada. Los enganchados a esta droga aumentaron un 44% en ocho años mientras la heroína, la plaga del último cuarto del siglo XX, prácticamente ha desaparecido.
El consumo de cocaína, por el momento, parece que no tiene techo en España. Los adictos a esta droga no solo se han disparado en los últimos años, sino que los datos demuestran que van a más, que aceleran su ritmo de crecimiento. Así lo indica también el Observatorio Proyecto Hombre, la mayor ONG española dedicada al tratamiento de las drogodependencias, que atiende a unos 19.000 españoles cada año.
Aunque es habitual que muchos adictos sean politoxicómanos, la sustancia principal más consumida es la cocaína, que tiene enganchados a cuatro de cada diez personas que acuden a pedir ayuda a esta organización. Su peso sobre el total de las adicciones no ha dejado de crecer desde finales del siglo pasado, pero se ha disparado en la última década. En ocho años ha pasado de ser la adicción fundamental del 27% de los usuarios a condicionar la vida del 39%, lo que significa un aumento del 44% en muy poco tiempo. Pero lo peor es que esta peligrosa tendencia se aceleró en 2020. Durante el año de la pandemia no hubo aumento del consumo general de estupefacientes, pero los adictos a la cocaína subieron un 11%. Sumaron en doce meses la cuarta parte de todo el crecimiento desde 2013.
La droga dura, que en la década de los noventa era la heroína, ahora es la ‘coca’, no para su ascenso, mientras el ‘caballo’ prácticamente ha desaparecido. Las ‘papelinas’ que arrasaron, sobre todo en los años ochenta, a una generación de españoles tienen hoy un uso marginal tanto entre hombres como entre mujeres. Son solo el 2,5% de los adictos, justo la mitad que hace ocho años.
La cocaína ya es la droga más detectada en los accidentes de tráfico mortales, el perfil del fallecido en los siniestros es un varón de entre 25 y 54 años que conduce un turismo.
La segunda droga que más adictos provoca es el alcohol. Es un producto que toman de manera abusiva el 36% de los que piden ayuda y que, además, es la sustancia principal a la que están enganchados el 23%. El único dato positivo es que el porcentaje de adictos atendidos no ha sufrido prácticamente aumentos en una década. Está estabilizado. En la suma de cocaína y alcohol esta más o menos el 75% de los pacientes con estos problemas.
La tercera sustancia más popular es el cannabis. Los enganchados a este derivado del cáñamo, un 7,3%, iniciaron en la última década un descenso suave, pero paulatino. Son un 17% menos que en 2013, con caídas en el último año entre los hombres y un repunte entre las mujeres.
Luego de forma minoritaria destaca la anfetamina. Suponen el 1,8%, pero se han duplicado en ocho años. En 2020, sin embargo, se ha frenado la tendencia con un descenso del consumo problemático, posiblemente mermado por el confinamiento y las limitaciones al ocio en general y sobre todo al nocturno.
Pero las adicciones varían según sexo. Mientras entre los hombres la cocaína es claramente el problema para el 41% de ellos, entre las mujeres la sustancia que más condiciona su vida es el alcohol. Lo hace en el 36% de los casos, pero además con una influencia enorme. Mientras los adictos a la cocaína entre los varones son once puntos más que entre ellas, las mujeres enganchadas al alcohol son casi 16 puntos más que los hombres.
El perfil mayoritario podríamos decir que es un varón de unos 38 años, con trabajo y vida sociofamiliar estable, pero con un nivel de formación bajo. Solo el 16,5% de quienes piden ayuda son mujeres, en España existe un enorme número de adictas ocultas. Mujeres con serios problemas con las drogas, pero que no se atreven a dar el paso porque la sociedad les estigmatiza más que a los hombres, porque tienen menos apoyo social que los varones y porque son más vulnerables, pues suelen tener más cargas familiares y pertenecer a colectivos en riesgo de exclusión social.
Los datos de España son muy feos, pero no es un problema solo de España. A la vista de los datos, afecta a los ciudadanos de todo el mundo. Según denuncia la ONU y corroboran las ONG españolas, la sociedad, y de manera especial los más jóvenes, han dejado de percibir con claridad los riesgos para la salud y la convivencia derivados del consumo de drogas y este tema es peligroso y preocupante. El descenso de la percepción de riesgo en Europa es del 25% y en EE. UU. del 50%. En España, las drogas eran en 1994 la segunda preocupación de la sociedad. Ahora solo desvelan al 0,2% de los preguntados. El Estado y las Comunidades Autónomas deben lanzar campañas de concienciación ciudadana sobre los grandes riesgos que acarrean las drogas.
La canción de Miguel Ríos finalizaba diciendo: “El torbellino del tiempo, del negocio y del poder, te empujan sobre unos cascos, hechos de sangre de hiel. Escucha mi voz hermano, desnuda está de moral, apéate del caballo, y empieza a caminar. Escapa a la pesadilla, del sello sin voluntad, no dejes que te arrastre, echa tu cuerpo a andar. De pie en la vida, sin mirar nunca atrás, solo luchando, te escapas del infierno, para tocar la libertad.»
Es un problema muy serio y afecta a toda la sociedad de un modo u otro. Mirar hacia otro lado no arregla el problema.
Ese mágico polvo, que deja los cuerpos malheridos, con él no existe la amistad. Al principio, todo es fugaz entra de forma sigilosa y silenciosa hasta que te deja destruido y perdido.
La salida de las drogas es una decisión muy difícil de tomar, se requiere todo el valor que no hace falta tener para entrar. Las drogas hacen dormir nuestros problemas durante un tiempo, hasta que un día duermen definitivamente nuestra vida.