Luego de una temporada complicada del Real Madrid, en la que solo se llevó la Supercopa de España, los fichajes llegaron y el de Guerschon Yabusele, en particular, se ha convertido en toda una sensación. El francés ha cuajado un inicio espectacular, tanto que en poco tiempo se ha alzado como una de las estrellas del conjunto blanco. Con Pablo Laso encantado con su rendimiento, el público gozando de sus actuaciones y el equipo aprovechando su magia, el jugador galo ya tiene a todo el madridismo como tal en el bolsillo.
Claro que al comienzo de campaña todos estaban esperando esos ansiados cambios dentro del Real Madrid para tratar de llevarse todo una vez más; aunque lo que más ilusión hacía eran los fichajes. La gran mayoría quedaron encantados con la llegada de Thomas Heurtel, Williams-Goss y Adam Hanga; más aún porque al francés y al húngaro se los estaban quitando al Barcelona. No obstante, el cuarto fichaje, el de Guerschon Yabusele, era el menos conocido de todos; pero la realidad es que «El Oso Bailarín», como lo conocen en el mundo del baloncesto, se ha logrado colar en el sentimiento de todos los aficionados merengues con su gran talento. Aquel chico de Francia ha recorrido un largo camino y, de momento, ha encontrado su lugar en el Real Madrid.
2Guerschon Yabusele se inició con el fútbol y el boxeo
Como muchos franceses, los inicios de Guerschon Yabusele se dieron en el fútbol, un deporte que hasta el día de hoy le apasiona; la cuestión es que al venir de una familia de boxeadores, su padre practicó ese deporte, también lo incentivaron para que él lo hiciera. Aunque ambos deportes le gustaban y lo entretenían mucho, ya cuando comenzó a verse que sería extremadamente alto lo convencieron de probar en el baloncesto; así con siete años empezó en el deporte que se convertiría en su vida. Pese a eso las enseñanzas de los otros dos deportes le quedaron, pues los movimientos en el fútbol le sirvieron para adaptarse mejor y el juego de pies, con la velocidad y elegancia que adquirió del boxeo, ahora le permiten moverse de forma ágil en las canchas de baloncesto. Algo que siempre resalta.