Los niños, al igual que los adultos, tienen unas necesidades nutricionales diferentes que varían en función de su actividad física, y aunque se pueda creer que en todos los casos el pan de harinas integrales es el mejor, el más sano y adecuado en cualquier dieta, no siempre es así: «El pan blanco tiene muy mala prensa porque está hecho con harinas refinadas, lo que significa que le han quitado el salvado y la cáscara del grano durante la molienda y en ese proceso ha perdido parte de sus propiedades» comenta Moncho López de Levaduramadre. Sin embargo, algunos estudios han arrojado datos sorprendentes: la harina blanca podría ser buena para los niños.
Entre las conclusiones del estudio llevado a cabo por la IUNA (Irish Universities Nutrition Alliance) encontramos que el consumo de pan blanco puede aumentar la absorción del calcio en alrededor de un 10% y que no existe relación alguna entre el consumo de harinas refinadas y el aumento de peso en niños.
El sabor también importa
Si haces elegir a un niño entre pan blanco o integral, seguramente elija el blanco. Su sabor es más ‘fino’ y su textura más suave y esponjosa. Pero no sólo eso, las harinas refinadas son más fáciles de digerir y nos pueden dan un aporte energético prácticamente inmediato. Los granos enteros por su parte son una gran fuente de hidratos de carbono complejos, fibra y proteínas, sin embargo para el pequeño aparato digestivo de los peques pueden ser demasiado pesados, lo que provoca que el niño se sienta lleno antes de que haya ingerido las calorías necesarias para mantener su cuerpo en movimiento.
Los cereales integrales, que son una gran fuente de hierro por sí mismos, contienen no obstante ácido fítico, un ácido orgánico que puede mermar la absorción de ciertos minerales como el hierro, el calcio, el magnesio y el fósforo. La buena noticia es que las cocciones de los cereales a elevadas temperaturas destruyen muchos fitatos, por lo que se mejora en cierta medida la biodisponibilidad de los mismos. Sin embargo las harinas integrales, al estar menos refinadas, pueden llegar a irritar el intestino de los niños más pequeños: «Actualmente podemos encontrar una amplísima oferta de panes de modo que podemos elegir el que más le guste al niño dependiendo del momento del día: de trigo blanco, integral, de espelta, de semillas, de germinados, de mijo, de centeno lo que evita que se aburran de comer siempre lo mismo» nos dice Moncho.
Se elija el pan que se elija, es importante que los niños consuman pan cada día. Es una forma estupenda de llegar a las 6/8 raciones diarias de cereales que recomienda la OMS. Una ración tiene aproximadamente el tamaño de una ‘pulga’ de pan o lo que es lo mismo entre 40 y 60 gr. Además, numerosos estudios han demostrado que los niños que consumen pan en su dieta diaria sufren menos de sobrepeso. Por tanto se puede concluir que el consumo moderado de pan ayuda a equilibrar su alimentación, a disminuir la ingesta de grasas y proteínas, y a reducir el riesgo de obesidad.