Excrementos de pingüinos preservados pueden ser la clave para conectar las condiciones pasadas del Océano Antártico y las poblaciones de pingüinos, y predecir cambios en función del clima.
Un nuevo estudio analizó la química de las capas de guano de pingüino que se acumularon a partir de 6.000 años de anidación de pingüinos Adelia en el mismo sitio antártico. Los investigadores relacionan cambios en la química de los excrementos a cambios en la circulación oceánica que podrían haber controlado la red trófica local. El trabajo fue publicado en Geophysical Research Letters.
La Antártida puede ser un lugar difícil para sobrevivir, incluso para los pequeños y duros pingüinos Adelia. Es frío y oscuro durante la mitad del año, y las presas, principalmente krill y peces, pueden ser difíciles de encontrar en el helado Mar de Ross. Su suministro de alimentos cambia estacionalmente con la luz del sol, pero también aumenta y disminuye durante miles de años a medida que las corrientes oceánicas cambian lentamente, el hielo marino se forma y se rompe, y el agua se calienta y se enfría.
La nueva investigación encontró varios picos de cadmio, un nutriente de aguas profundas, en la caca de los pingüinos que correspondían a mayores densidades de restos de pingüinos enterrados en el área de anidación. Esta relación sugiere que el agua profunda del océano cargada de nutrientes fue redirigida a la superficie varias veces en los últimos 6.000 años, permitiendo que los ecosistemas de la superficie prosperen. El método es un enfoque novedoso para reconstruir la circulación oceánica pasada.
Los investigadores postularon que el tamaño de la población de pingüinos estaba relacionado con cambios en las aguas profundas Circumpolar, una corriente cálida que fluye en las profundidades del océano a lo largo de la Antártida y en el mar de Ross. En el pasado, los cambios en la circulación permitían que más de la corriente profunda llegara a la superficie, entregando nutrientes como el cadmio que son esenciales para sostener la base de la red trófica. Ese cadmio se abrió paso a través del krill y los peces dentro y fuera de los pingüinos.
Además de proporcionar una explicación para las poblaciones de pingüinos, el registro de caca les brinda a los investigadores una visión valiosa de cómo se comportaron los océanos en el pasado y, por lo tanto, cómo podrían funcionar en el futuro cercano.
«El agua profunda circumpolar es motivo de gran preocupación tanto para los climatólogos como para los oceanógrafos porque impulsa el rápido derretimiento de la plataforma de hielo de la Antártida occidental y la liberación de dióxido de carbono a la atmósfera y determina la distribución espacial de la biomasa en el Océano Austral», dijo en un comunicado Zhouqing Xie, geoquímico ambiental de la Universidad de Ciencia y Tecnología de China, coautor del estudio.
Pero el registro histórico reconstruido del agua profunda circumpolar es bastante escaso. Solo encontramos pistas de los núcleos de sedimentos oceánicos y podemos inferir indirectamente lo que estaba haciendo la corriente a través de las temperaturas de la superficie del mar y el hielo marino».
«Parece ser un indicador de cómo están cambiando las masas de agua en el Mar de Ross», dijo Robert McKay, investigador antártico de la Universidad Victoria en Wellington, que no participó en el estudio. «Esto proporciona otro conjunto de herramientas para nuestro arsenal de comprender los impactos del cambio de la criosfera en los sistemas biológicos».