Las aproximadamente 5.000 personas que han sido evacuadas desde este domingo en La Palma tras la erupción volcánica de ‘Cumbre Vieja’ observan con «incertidumbre» como la colada de lava discurre hacia el oeste de La Palma, camino de la costa de Los Llanos de Aridane y Tazacorte.
«No sabemos cuánto tiempo tenemos que estar fuera ni cuánto tiempo va a durar el volcán, y no lo puedes parar, se come todo», señala Marta, vecina de Las Manchas, cuya casa se encuentra en la «zona cero» de la erupción, a apenas un kilómetro y medio.
Desde el acuartelamiento de El Fuerte, en Breña Baja, donde se encuentra acogida, comenta que la erupción les «cogió de improviso» porque, aunque sabían que iba a haber erupción «sí o sí» la isla aún se encontraba en ‘semáforo amarillo’.
«Te lo esperas pero no te lo esperas y supuestamente no iba a ser pero la naturaleza es así», destaca.
Afirma que pese a todo, tenían los coches, la documentación y los bolsos preparados porque sus padres ya vivieron las erupciones del Teneguía y el San Juan estaban convencidos de que «iba a ocurrir», y aunque es «impresionante y bonito» de ver el volcán erupción, lamenta que «ha hecho muchos destrozos», con muchas viviendas afectadas. «A mí no me ha llegado pero a otros familiares sí», indica.
Frente a quienes resaltan las bondades de la erupción desde el punto de vista geológico o turístico, señala que los palmeros la ven «de otra manera» porque les «afecta de lleno» y encima no se sabe cuando va a terminar.
Marta comenta que seguirá en El Fuerte mientras dure la erupción porque no tienen «adonde ir» y aunque la acogida «es excelente», no dejan de ser unos cuarteles y hay mucha gente.
Por ahora, la colada de lava ha arrasado cultivos, una escuela unitaria, y unas 100 viviendas en los municipios de El Paso y Los Llanos de Aridane, y desciende hacia el oeste hasta la costa de Los Llanos y Tazacorte.