Si hay un elemento que defina de manera definitiva una cara, ése es la nariz. Hay narices con mucha personalidad, como la de Rossy de Palma; narices literarias, como la de Cyrano de Bergerac o la de Góngora, a cuya nariz Quevedo dedicó uno de sus sonetos más famosos… Pero cuando las ‘narices’ con tanto carácter se convierten en un problema para quienes las llevan ‘pegadas’, lo mejor es tomar cartas en el asunto.
El conflicto con esta parte del cuerpo que tanto nos define puede ser sencillamente de salud, ya que al tener, por ejemplo, el tabique desviado la persona tiene ciertos problemas de respiración que pueden llegar a afectar al desarrollo normal de su actividad. Asimismo, también podemos encontrar a gente completamente acomplejada porque no se encuentra a gusto consigo misma a causa de su nariz, por ser muy grande, pequeña, deforme, etc.
La cirugía, la mejor opción
Sea cual sea el motivo, si finalmente decidimos pasar por el quirófano es importante estar bien informados sobre las opciones de cirugía de nariz. La última y más innovadora, pues aplica cirugía ultrasónica, es la rinoplastia ultrasónica. Ésta consiste en modelar los huesos de la nariz con enorme precisión utilizando piezotomo, un tipo de bisturí que corta y modela los huesos aplicando ultrasonidos.
Con esta tecnología de última generación, no solo se consigue mayor precisión y una estimación más exacta de cuál será el resultado de la intervención, sino que además se evita que los tejidos, vasos sanguíneos o músculos que rodean los huesos de la nariz no resulten afectados en ningún momento de la operación de rinoplastia ultrasónica. Con ello se logra reducir de manera considerable los hematomas postoperatorios, así como los edemas, promoviendo que el proceso de recuperación sea más rápido y el resultado más natural.
Rinoplastia ultrasónica vs Rinoplastia tradicional
¿Pero, en qué se diferencia la rinoplastia ultrasónica de la operación de nariz de toda la vida? Tradicionalmente, para modelar cualquier elemento de la nariz, tanto la giba como la punta o las alas, los cirujanos han tenido que utilizar una herramienta llamada osteótomo y maza.. Por hacer una comparación artística, el cirujano, como el escultor, se armaría de su ‘maza’ y ‘cincel’ quirúrgicos para esculpir la cara del paciente.
Los riesgos en este caso de tener un postoperatorio más largo por la afectación de los tejidos (hinchazón) y el sangrado (hematomas) son elevados y además la previsión del resultado no es tan exacta como en el caso de la rinoplastia ultrasónica. Además, en la rinoplastia tradicional hay que taponar la nariz tras la operación, algo que no ocurre en la cirugía rinoplastia ultrasónica.
¿Y si no queda bien mi nariz?
En algunas ocasiones, tras una primera rinoplastia, los pacientes -en torno al 10% de los mismos- suelen optar por someterse a lo que se conoce como rinoplastia secundaria o de revisión. ¿Por qué motivos? Normalmente para perfilar o retocar algún detalle que les permita tener exactamente la nariz de sus sueños o porque la primera cirugía salió mal, por muy diversas causas.
Otro motivo es que, durante la recuperación, el tejido de cicatrización generado por el paciente haya sido muy grueso y termine por desembocar en una fibrosis, como explican en doctorantolin.com/rinoplastia-fibrosis/, o en un callo óseo. Este último consiste en un abultamiento en ambos lados de la nariz que, si al cabo de un año aproximadamente desde la intervención no se rebaja, lo habitual es operar para limar el callo.
De cualquier modo, tanto para someterse a una primera como a una segunda cirugía de nariz, lo principal es ponerse en las manos del mejor cirujano de rinoplastias, para estar tranquilos y asegurarnos de que obtendremos siempre los resultados más óptimos.