El verano suele ser una época del año de relax en la que, junto al calor, las vacaciones y su intrínseca falta de actividad, o los posibles excesos tanto por el día como por la noche, es muy difícil mantenerse en forma. A muy pocos les gusta acudir a un gimnasio en pleno mes de julio o agosto, y es comprensible.
Suele pasar que en septiembre nos miremos al espejo y nos notemos unos kilos de más, los abdominales menos definidos, y en general, un estado de forma algo deteriorado. Tras eso, nos entran las prisas y queremos volver al ritmo prevacacional, sin preocuparnos de las posibles lesiones. Eso es el primer error de partida.
1Haz una pretemporada
Estamos acostumbrados a ver en verano como los deportistas de élite, de baloncesto, fútbol y otras disciplinas, realizan una pretemporada para volver a la competición en el mes de septiembre lo mejor posible. Pero, si piensas que eso es solo cosa de los deportistas de élite, te equivocas.
Volver de golpe a tu ritmo diario tras dos meses de parón es peligroso. Tu cuerpo se tiene que volver a acostumbrar a una rutina que ya no tiene. El cuerpo es como una máquina, y si de repente la fuerzas sin, como se suele decir, calentarla previamente, es posible que aparezcan las lesiones. Por eso, haz una pretemporada mediante ejercicios progresivos hasta volver al punto donde lo dejaste.
