El Papa ha advertido a los misioneros claretianos, a los que ha recibido en el Vaticano este viernes, de los peligros de usar «el Evangelio como ideología» y les ha invitado en cambio a utilizarlo como vademécum «dejándose orientar en todo momento» por el deseo de «seguir a Jesús».
«Orienten su existencia en base a los valores del Evangelio. Pero nunca utilicen el Evangelio de modo instrumental, como ideología, más bien úsenlo como vademécum, dejándose orientar en todo momento por las opciones del Evangelio y por el ardiente deseo de seguir a Jesús e imitarlo en la oración, en la fatiga, y en el buscar siempre la gloria de Dios y la salvación de las almas», ha señalado el Papa ante miembros de la familia claretiana reunidos en Roma para reflexionar sobre el Capítulo General.
Francisco ha instado a los misioneros a aceptar la «fragilidad humana» y a dejarse «quemar por Dios». De este modo, ha señalado que para que la misión sea «verdaderamente fecunda» no se puede separar «la misión de la contemplación y de una vida de intimidad con el Señor».
«Que la Palabra y los signos de los tiempos nos sacudan de tanta modorra y de tantos miedos que, si no estamos atentos, nos impiden estar a la altura de los tiempos y las circunstancias que reclaman una vida consagrada audaz, valiente, una vida religiosa libre y a la vez liberadora propiamente desde nuestra propia precariedad».
REIVINDICA EL BUEN HUMOR: «SEPAN REÍRSE EN COMUNIDAD»
Asimismo, el Papa ha reivindicado en su discurso el «buen humor» frente a la «austeridad seca». Y ha añadido: «Sepan reírse en comunidad, sepan hacer chistes, y reírse de los chistes que cuenta el otro, no pierdan el sentido del humor, el sentido del humor es una gracia de la alegría y la alegría es una dimensión de la santidad».
Francisco les ha pedido que también que no «se dejen intimidar por nada» ni siquiera de sus «fragilidades». «Qué lindo es cuando una consagrada, un consagrado se siente frágil, porque siente la necesidad de pedir ayuda», ha agregado. Del mismo modo les ha dicho que sí deben temer la «esquizofrenia» espiritual que lleva a fiarse sólo de los propios «carros» y «caballos» y «a creerse los mejores» y «buscar a veces obsesivamente el bienestar, el poder».
«Si nosotros nunca somos conscientes de la fragilidad y somos los tarzanes del apostolado y los invencibles, nunca se va a poder manifestar la fuerza de Dios, el Señor nos dirá: bueno, arréglatelas, y así nos irá», ha concluido.